20 años de creciente movilización social y política

Edición #75
9 de marzo, 2021

Hay hechos mundiales que nos permiten apreciar con optimismo los tiempos que corren, y es importante hacer conciencia sobre ellos para no caer en el desánimo y la desesperación.

Por Augusto R. M.
Ingeniero electrónico, PTC Medellín

Parte I: El anochecer

La esperanza de un mejor porvenir social que nos llene de motivación a estudiar, investigar y trabajar día a día, se ve ensombrecida para millones de jóvenes colombianos. Según las mismas cifras oficiales, el desempleo juvenil cerró el 2020 en 21,6% [1], si no fuera suficiente, el conteo diario de asesinatos de líderes sociales y masacres de jóvenes ha elevado la cuenta a 1.139 víctimas [2], ante la mirada indolente del gobierno, cuyo mandato ha sido el de mayor violencia desde la firma de los acuerdos de paz [3].

Pero esta desolación es solo un lado de la moneda, hay hechos nacionales y mundiales que nos permiten apreciar con optimismo los tiempos que corren, y es importante hacer conciencia sobre ellos para no caer en el desánimo y la desesperación. Como veremos, el capitalismo global tiene sus ciclos largos en la historia, y en correspondencia, la lucha social y política popular también.

En este sentido, la década de los ochenta marcó el fin del ciclo de reformas y revoluciones del siglo XX, con la caída del muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética, el abandono de China a los movimientos populares, y la traición de las socialdemocracias europeas. La nueva era corresponde al ascenso y hegemonía de las doctrinas económicas neoliberales -las ideas a favor de las privatizaciones, desregulaciones, de la no intervención del Estado en economía, de reducir los derechos laborales, y del libre tránsito de capitales y mercancías.

Se dice que la derrota en 1985 de la última gran huelga de trabajadores mineros en Reino Unido, siendo Margaret Thatcher primera ministra (1979-1990), sería el punto de inflexión en Europa a favor del neoliberalismo [4]. Mientras tanto en América correspondería al presidente de EE. UU. Ronald Reagan (1981-1989) la implementación de estas reformas en su país, y la imposición del Consenso de Washington a Colombia y el resto de Latinoamérica, que se concretaría en las masivas importaciones y privatizaciones que hemos vivido desde los 90. Sin embargo, el signo más temprano de este cambio, su experimento, fue el cruento golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile y el establecimiento de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

De esta manera, en 1992 los ideólogos del nuevo orden proclamaban: “la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría” (Francis Fukuyama, 1992). A finales del siglo, el sociólogo ingles Anthony Guiddens y el primer ministro Tony Blair, elegido por el partido Laborista (socialdemócrata), concluían que el socialismo había muerto.

Dos generaciones de jóvenes en Colombia y en el resto del hemisferio, se sumieron en la desmoralización ante la posibilidad de cambiar la sociedad, abandonaron en masa la vida pública, los partidos, la política, los movimientos sociales, los sindicatos, y se rindieron al ideal de emprendimiento y éxito individual que les prometía el neoliberalismo. En Colombia la tasa de sindicalización pasó de 14% en 1970, a 6% en 1994, a 4,6% en 2002 [5]. Esto explica la estructura demográfica de los partidos obreros, sindicatos y movimientos que han logrado sobrevivir hasta hoy, donde se evidencia una amplia brecha generacional y predominio de la generación de los 70 en las juntas directivas.

No obstante, este descenso en la sindicalización tiene como aspecto principal la desindustrialización del país y la ruina progresiva del campo, como consecuencia directa de las importaciones masivas. Durante los años 70, la industria llegó a ser el 24% del PIB nacional, y hoy difícilmente llega al 11%; por su parte la agricultura pasó de 22,7% en 1975 al 5,8% en 2014 [6]. La economía del país se volvió más informal, el empleo se volvió precario, las masas urbanas se empobrecieron.

La misma historia se cuenta en el resto de Latinoamérica y en los países desarrollados: En los EE. UU. de los 70, con un solo salario medio, una familia podía comprar una casa grande, y mantener varios hijos. En el siglo XXI, las parejas necesitan más de un salario, difícilmente pueden asumir la hipoteca de un pequeño apartamento, y ni hablar de mantener hijos. Las promesas de éxito individual se han venido evaporaron. La diferencia entre el discurso y la realidad se hace cada vez más grande, no iba a durar para siempre la ilusión.

En 1999, el año que Tony Blair declaraba muerto el socialismo, iniciaba el mandato de un militar nacionalista en Venezuela, Hugo Chávez, elegido con el voto democrático de las masas empobrecidas de su país. Ese mismo año, se produciría la histórica movilización del día de acción global contra la ronda de negociaciones de la Organización Mundial de Comercio OMC (WTO en ingles), el 30 de noviembre en Seattle (EE. UU.), convocada por una alianza inédita entre las organizaciones sindicales, organizaciones ecologistas y un sin fin de otros movimientos sociales, que hoy vendríamos a llamar nuevas ciudadanías.

Superando con creces las expectativas de los organizadores, miles y miles de jóvenes, entre 50.000 y 100.000, tomaron lugar en la acción de resistencia civil pacífica, consistente en una sentada en el punto de acceso al centro de convenciones dónde se reunirían los negociadores, logrando efectivamente no solo bloquear la reunión, sino también los hoteles donde se hospedaban dignatarios y negociadores [7].

Esta acción, nunca vista en décadas, tomó por sorpresa a las fuerzas de seguridad; el entonces presidente Bill Clinton ordenó la represión de los manifestantes para “liberar” el centro de la ciudad, lo que terminó convirtiéndose en una batalla campal que se extendió varios kilómetros alrededor del centro y que duraría tres días. La ronda de negociaciones de la OMC no pudo inaugurarse, apenas tuvo algunas deliberaciones, y fue declarada un rotundo fracaso.

La batalla de Seattle se convirtió en un punto de inflexión histórica, marca el inicio de la convergencia y nacimiento de muchos movimientos sociales y políticos alternativos alrededor del mundo, y un nuevo ascenso de la movilización y politización de la juventud por todo el planeta. La historia estaba lejos de terminar.

No se pierda el próximo capítulo: Crisis y vientos del sur.

Notas

[1] Aumento de un 5% del desempleo juvenil en Colombia desde el pandémico 2020. https://plazacapital.co/noticias/5270-desempleo-juvenil

[2] Más de mil líderes sociales han sido asesinados desde la firma de la paz. https://www.radionacional.co/noticia/actualidad/mas-de-mil-lideres-soci…

[3] “2021, el inicio de año más violento desde la firma del Acuerdo de Paz”: JEP. https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/jep/2021-el-inicio-d…

[4] La huelga minera más larga del sindicalismo en Gran Bretaña. https://zero.uexternado.edu.co/a-treinta-anos-recordar-la-huelga-minera…

[5] Boletín del observatorio del mercado de trabajo y la seguridad social, No 7.

[6] El gasto tributario en el sector agropecuario. https://viva.org.co/cajavirtual/svc0464/articulo04.html

[7] Contracumbre Seatle, https://es.wikipedia.org/wiki/Contracumbre_de_Seattle-

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