Efectos económicos, sociales y políticos de la pandemia

Edición #81

Cuando se miran ya no las tasas de crecimiento expresadas en el Producto Interno Bruto o en el Producto Interno Bruto per cápita o en el nivel de exportaciones e importaciones sino en el índice de desarrollo humano y en la distribución del ingreso es decir en el índice Gini, es aún más notorio que en el planeta a lo largo del siglo XXI ha venido empeorando la situación para el grueso de la población en cuanto que el neoliberalismo se ha encargado de acentuar esa tendencia propia del capitalismo de concentrar la riqueza en muy pocas manos y la pobreza generalizada para el resto de la sociedad. Eso se traducirá en que así por razones comparativas se vea crecimiento en el último tramo de este año, realmente no se alcanzarán las cotas prepandemia sino quizá en el 2023.

Por Edmundo Zárate

Historiador y economista

Cuando en el primer trimestre del año 2020 la pandemia se extendía por todo el planeta los analistas empezaron a encontrarle similitudes con lo ocurrido 100 años atrás cuando entre 1918 a 1921 la gripe española hizo de las suyas en el mundo, ocasionando entre 50 y 100 millones de muertos. Pero, por supuesto, en cuanto a los efectos económicos del covid-19 también sirven de referencia otros momentos de crisis económicas no derivadas de pandemias, como la del año 2008 para recordar apenas la más reciente.

Se impusieron dos elementos en el panorama. El primero, que la economía sufriría un profundo revés, dependiendo del grado de atención y de recursos para contener la pandemia. El segundo, que la crisis económica generada derivaría en una pelea feroz entre las clases sociales, por su sobrevivencia, pues se verían menguadas las ganancias de los empresarios, quienes acudirían a los despidos, y al chantaje para la rebaja del salario a quienes quedaran vinculados a puestos de trabajo. Pero en la perspectiva de que además grandes masas de trabajadores no encontrarían nuevamente ocupación.

Los líos de la economía

Una de las características del siglo XXI, que fuera anunciada por Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848, es que la producción perdería su carácter nacional para convertirse en mundial, en una producción globalizada, donde las mercancías no tendrían origen nacional. Siglo y medio después, el asunto se corroboró con la consolidación de las cadenas globales de valor (CGV) que empezaron a atisbarse en la década de 1960 a través de las maquilas (Ver recuadro 1).

Ahora bien, como es sabido, a principios del año 2020 China fue el primer país que cerró de manera total sus fronteras –no solamente con el exterior sino sus fronteras internas– con lo cual se paralizó la producción, medida que no tendría mayor importancia si no fuera porque China se había convertido a lo largo del siglo XXI en el taller industrial del mundo, dejando en segundo lugar economías de vieja tradición industrial en Europa y en América del Norte al igual que a Japón. El cierre de la frontera se tradujo en que desde componentes básicos hasta productos terminados que se elaboran en China, sencillamente desaparecieron del mercado durante un mes en algunos casos o un semestre en otros.

En muchos países, por ejemplo, Estados Unidos y Brasil, se impuso el criterio de que era necesario mantener abierta la economía al costo que fuera, es decir sin importar los cientos de miles de muertos que acarreó –The Economist calcula a la fecha unos 18 millones de muertos–, con el propósito de seguir obteniendo ganancias. Pero lo que no estaba previsto en esos cálculos era que así las fábricas de Estados Unidos y de Brasil estuvieran abiertas, los insumos no llegarían, y con eso el efecto encadenado de la producción se tradujo en un efecto encadenado de cierre de empresas en todo el planeta, cuando no la quiebra.

El ejemplo notable de este descalabro está en los chips, componentes indispensables en todo tipo de productos que se elaboran hoy en el planeta, desde las naves espaciales hasta la ropa. Las cadenas globales de valor, CGV, se convirtieron en la yugular de la economía planetaria por donde circulan los chips.

A marchas forzadas se están tomando dos grandes medidas. De una parte, intentar reconstruir las CGV y de otra regresar muchas fábricas a sus países de origen para tener garantizada la producción, pues quedó en evidencia que entre más extendida fuera la producción de un sector o de una fábrica a nivel planetario mayor sería su dependencia y por ende su pérdida con la fractura de las cadenas globales de valor. La robotización se convirtió en un gran aliado para este retorno de las fábricas a sus países de origen en cuanto que permiten reemplazar mano de obra.

Aun así, inconvenientes no previstos como el reciente cierre del canal de Suez durante 15 días, o las continuas variantes del covid-19 que obligan a nuevos cierres de países o de regiones, siguen complicando el panorama. A todo ello se le sumó la escasez relativa de contenedores, pues dada la fractura en el comercio mundial durante más de un año, los contenedores quedaron atrapados en lugares donde no hay mercancías para exportar mientras que en los lugares donde se requieren para sacar mercancías no hay, y los altos costos que implica movilizar barcos con contenedores desocupados imposibilitan su movimiento en las cuentas de los capitalistas, así eso implique una mayor fractura en el comercio o hambre en el planeta.

Transitoriamente el precio de algunas materias primas está al alza o mejor decir está supeditado a la volatilidad de los especuladores y de los oligopolios que manejan su mercadeo a nivel mundial. Es el caso, por ejemplo, del petróleo que ha visto trepar sus precios de menos de USD$ 40 el barril al principio del año 2021 a la cifra actual de cerca de USD$ 85 o el del café que alcanzó cotas pocas veces vistas como es el precio de 2 millones de pesos por carga en el mercado interno y más de USD$ 2 la libra en el mercado externo. Igual comportamiento se observa en los precios del cobre, del níquel y del litio para poner otros ejemplos. Es un pequeño auge, pero la tendencia histórica será a la caída de precios.

¿Hay recuperación?

Para hablar de recuperación hay que tener en cuenta los siguientes factores: el primero, la forma como se mide, pues cuando se toma como referencia lo ocurrido el año 2020 de plena pandemia con el año 2021 que lleva unos tres o cuatro meses de recuperación, es evidente que pueden mostrarse cifras de crecimiento astronómico, dado que se parte de una base muy baja. Entre más pronunciada haya sido la caída en la pandemia, más fácil será mostrar un ritmo alto de recuperación.

Las reales medidas de la recuperación hay que buscarlas en el volumen de mercancías producidas en promedios históricos, el volumen de empleo recuperado y creado con posterioridad a la pandemia, los niveles de consumo de la población descontado el auge del consumo a crédito –pues está creando es una burbuja– y finalmente un equilibrio en los mercados entre oferta y demanda. La expresión concentrada de ese equilibrio son los precios de las mercancías, que en este momento están bastante más altos al promedio histórico debido a la escasez, en particular los productos agrícolas y pecuarios.

Con esta perspectiva es claro que la economía de mayor recuperación ha sido la China y otras del este asiático en las que prima la planeación estatal o cuando menos la intervención estatal, que han logrado así retomar un rumbo de crecimiento cercano a las épocas prepandemia. Algo similar puede hablarse de algunas economías de Europa central y de Oceanía.

La gráfica muestra el comportamiento mundial de la economía.

Mientras tanto, economías de fuerte carácter neoliberal como las del continente americano muestran débiles tasas de recuperación cuando se mira desde una perspectiva no acomodada de las estadísticas.

El mapa muestra el comportamiento de las economías latinoamericanas.

La lucha que en este momento está librando el presidente Biden en Estados Unidos por obtener la aprobación de una gigantesca suma de recursos para inversión pública pone de presente que en las altas esferas de ese país toma creciente fuerza reconstruir el papel del Estado como agente económico, tal cual insistentemente lo señalan Paul Krugman, Joseph Stiglitz y Mariana Mazzucato. La carátula de la revista The Economist del 18 de noviembre tiene un título que no puede ser más elocuente: “El triunfo del gran gobierno” y anota como explicación:

“Hay malas razones para esto, incluido el barril de los puercos de los políticos y la construcción de imperios burocráticos. Pero parte de la explicación es el hecho ineludible de que los precios de los servicios que brindan los Estados de bienestar, como la atención médica y la educación, crecen más rápido que la economía. Y, lo que es más importante, el gobierno se está haciendo más grande porque los votantes quieren más: mejor educación y atención médica; gasto en ancianos que se mantiene al día con el envejecimiento de la población; y acción sobre el cambio climático. Es vital reconocer lo que el Estado puede y no puede hacer bien, y evitar que Leviatán ejerza su poder en beneficio de los burócratas y sus compinches. El premio por administrar bien el Estado no es solo la transición a costo cero y una red de seguridad para los ancianos, sino también sociedades más justas y prósperas”.

En este contexto no hay que perder de vista otro dato: antes del inicio de la pandemia en el 2020 la economía ya venía decayendo como lo muestra la gráfica xxxx, y fue en medio de esa caída que fueron tomando auge gobiernos de corte neoliberal pero ultranacionalistas como el de Trump en Estados Unidos o el de los conservadores con Johnson en el Reino Unido.

Fuente: https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG?end=2020&sta…

La recuperación tiene otra arista menos explorada que tiene que ver con los efectos a mediano y largo plazo en la población. Uno de los ya evidenciados en la historia es el relativo a las enfermedades mentales de amplios sectores de la población que seguirá horadando la salud de las personas durante varios años ante lo cual el consumo de estupefaciente se ha convertido en otra epidemia. En Estados Unidos se habla de más de 100.000 muertos por el uso de medicamentos para enfrentar enfermedades mentales, elaborados a base de opio, que fueran vendidos profusamente con la complicidad de laboratorios y de médicos que ocultaron sus efectos secundarios, es decir la gran dependencia que convirtió a estos enfermos en adictos y los está llevando a la muerte.

Pero también se observan otros efectos a más largo plazo como, por ejemplo, secuelas que afectan órganos como el corazón, el hígado, los riñones, el sistema nervioso, los pulmones. Igualmente caída en la tasa de natalidad y problemas en el embarazo.

Desde una perspectiva más general, está el problema de la educación que ha afectado a grandes masas de jóvenes, particularmente de los países más pobres y atrasados donde el acceso a los recursos tecnológicos –internet y la computadora– son inexistentes o muy limitados, pero también aún en las potencias en donde se observa una fractura en los procesos educativos.

La situación de los trabajadores y las luchas populares

La cuarta revolución industrial y en particular la inteligencia artificial que se venía desplegando en el último tramo de la década pasada, ha acarreado efectos ampliamente conocido de deslaboralización del trabajo: los trabajadores ya no son empleados con un contrato a término indefinido sino para realizar una obra o labor por la cual se le paga independientemente del tiempo que emplee haciéndolo. Usualmente este tipo de trabajo ya no se hace en un establecimiento propiedad del productor sino en la casa del trabajador y con sus propios medios. No está por demás recordar que en sus inicios el capitalismo no tenía concentrada a la población en un solo sitio de trabajo sino que se recurría al llamado trabajo a domicilio, que permitió niveles impensables de explotación expresados en largas jornadas y sueldos miserables.

Hoy, en respuesta a esta situación, empezaron a verse a lo largo del planeta manifestaciones de los sectores populares exigiendo mejoría en sus condiciones de vida como por ejemplo ocurrió con los Chalecos amarillos en Francia o los levantamientos en Hong Kong al igual de lo que ocurrió en Colombia y en Chile en América Latina.

La pandemia amainó algunas de estas luchas pero, como en el caso de Colombia, fue por un breve plazo pues se impuso el hambre sobre las consideraciones de salud y la gente salió de nuevo a las calles.

Poco a poco, independientemente del grado de control que se tenga sobre la pandemia, la producción se ha ido reiniciado en un escenario bastante duro para la clase obrera pues, de una parte, los empresarios aspiran a recortar los salarios aduciendo sus propias dificultades y el hecho de que en muchas partes –por ejemplo Colombia– el Estado no ayudó ni a los trabajadores ni a los empresarios durante la parte más dura de la pandemia y la cuarentena obligada. Además la ruptura de las cadenas globales de valor como queda indicado se tradujo en que el ritmo de apertura de la producción no es similar en todos los sectores y en que los precios, en particular los referidos a la canasta básica, es decir a los alimentos, está en niveles inalcanzables.

El escenario político

Uno de los efectos que trajo la gripe española de hace un siglo fue el fortalecimiento de las tendencias más derechistas en Europa por cuenta del impulso de los grandes propietarios que vieron la oportunidad de aumentar sus ganancias a costa de la explotación de los obreros aprovechando la situación creada por la gripe, a lo que se sumó los errores cometidos por algunos sectores de la izquierda de ese continente que no aprovecharon las condiciones propicias para consolidar el auge de la izquierda impulsado por el triunfo de la revolución bolchevique en medio de la Primera Guerra mundial. El error, no está por demás recordarlo, se tradujo en el auge del fascismo a través de gobiernos elegidos por votación popular que paulatinamente fueron cercenando todas las libertades de la democracia burguesa.

Hoy el auge de la derecha es previsible. Varias de las condiciones de aquella época están hoy presentes en el campo económico pero, afortunadamente, se ven manifestaciones a favor del establecimiento de gobiernos socialdemócratas bajo diferentes denominaciones que en general van de centro a centro-izquierda para diferenciarlas de las posiciones de derecha y de extrema derecha.

El primer caso por resaltar es el giro que implicó la llegada del gobierno demócrata a los Estados Unidos a través del presidente Biden. No obstante no puede perderse de vista que los demócratas tienen que enfrentar la feroz oposición de los republicanos quienes representan un amplio sector de la economía de ese país afectada por la globalización. Además, incluso dentro de las filas demócratas existe oposición a ciertas medidas propuestas por Biden en elecciones. Los seguidores de Trump tienen otra característica: su mayor punto de entronque está en la economía interna, como es el caso de los productores de armas quienes por las características mismas de su sector son muy protegidos. También constituyen una considerable fuerza republicana los agricultores del centro del país. En el otro extremo se encuentra el sector financiero que requiere de la globalización y que fue la fuerza motriz, máxime a partir del año 1990 luego de la caída del muro de Berlín.

Aparte de los líos internos debe resaltarse que, de acuerdo con un estudio publicado por el New York Times, en muchos países del mundo el giro hacia la derecha está siendo impulsado por Estados Unidos[1], resultado evidente habida cuenta de que no se pierde el carácter imperialista de ese país con la llegada de los demócratas, y que evidentemente son los gobiernos de derecha en sus neocolonias los que más velan por los negocios de Estados Unidos.

Ejemplos de esta situación son los gobiernos de Filipinas, Turquía, Tailandia y la fuerte lucha desplegada en América Latina a favor de candidatos de clara estirpe neoliberal y antidemocrática como ocurre en Perú, Chile, Honduras y Colombia, entre otros.

Otra es la tendencia que se observa en Europa. De acuerdo con el centro para asuntos internacionales de Barcelona hay un creciente auge de los gobiernos de izquierda o de centro izquierda –según su nomenclatura– que es lo que aquí denominamos gobiernos socialdemócratas, que han llegado con la oferta de mejorar las condiciones del grueso de la población: subir impuestos para contar con recursos para ampliar el gasto público –en particular el identificado como Estado de bienestar–, limitar el uso de combustibles fósiles, oponerse a los gobiernos de derecha en la misma Europa –como es el caso del enfrentamiento con Polonia y Hungría– o de fuera del continente[2]. Definidos a sí mismos como de izquierda hay siete partidos en Europa en el poder. El mapa xxxx da una idea de esa composición para el año 2021.

Fuente: CIDOB, Barcelona Centre for International Affairs.

Pero de acuerdo con el informe de la Universidad de Gotemburgo (2021), hay un evidente auge de la autocracia, apoyándose en las circunstancias creadas por la pandemia[3]. Así, en una muestra de 179 países, para el año 2020, en aproximadamente 120 había restricciones a los medios de comunicación y medidas de emergencia (como los Estados de excepción en Colombia) sin límite temporal en unos 60. Al respecto se indica: “La dinámica autocrática suele seguir un patrón similar […] Los gobernantes primero atacan a los medios de comunicación y a la sociedad civil y polarizan a las sociedades al faltar el respeto a los oponentes y difundir información falsa, y luego socavan las elecciones”. El proceso en pocos casos ha implicado acabar con las elecciones a diferente nivel (autocracias electorales, las denomina el estudio).

Vale la pena conocer el tipo de mediciones que se tienen en cuenta para establecer el denominado “Índice de democracia liberal”. Identifica 5 grandes campos (elecciones, gobierno, igualdad, participación ciudadana, posibilidad de discusión) a través de siete tipos de violaciones:

“El proyecto PanDem midió siete tipos de violaciones: (1) discriminación contra minorías, (2) violaciones de derechos fundamentales (derechos inderogables), (3) uso excesivo de la fuerza, (4) ausencia de un límite de tiempo para las medidas de emergencia, (5) limitaciones en la capacidad de la legislatura para restringir al ejecutivo, (6) campañas oficiales de desinformación y (7) restricciones a la libertad de los medios de comunicación. El índice compuesto de violaciones democráticas pandémicas (PanDem) evalúa hasta qué punto las respuestas estatales al covid-19 contravienen los estándares, desde cero (sin violación) hasta uno (número máximo de violaciones)” (Gotemburgo, 2021, pág. 10).

En esta clasificación, en el promedio de todos los puntos evaluados, Colombia ocupa el puesto 70 entre los 179 países estudiados.

En América Latina el gobierno demócrata gringo se mueve entre la disyuntiva de quitarle apoyo a la derecha latinoamericana para debilitar la derecha en Estados Unidos, o darle respaldo a la derecha latinoamericana para mejorar los negocios de demócratas y republicanos a lo largo del subcontinente. El sector más de izquierda en el Congreso gringo representado por figuras como Sanders apunta a apoyar la democratización en América Latina en el entendido de que de esa manera, como queda anotado, se debilitará el punto de apoyo de la derecha estadounidense.

A manera de conclusión

La cuarentena derivada de la pandemia del covid-19 ocasionó un ahondamiento en la crisis de crecimiento que ya se estaba viendo desde mediados de los años 2010 pues el planeta nunca logró recuperarse plenamente de los efectos de la crisis del año 2008. Obviamente en el año 2020 y en lo corrido del 2021 la crisis económica se intensificó pero no puede perderse de vista que luego del auge de los productos básicos a principios del siglo XXI la economía empezó a desacelerarse.

El efecto central de la pandemia fue la fractura de parte importante de las cadenas globales de valor lo que llevó a la estruendosa caída en la producción pues aunque algunos países decidieron mandar a la población a la calle para mantener abierta la economía –sin importar el número de muertos– de todos modos los engranajes productivos del planeta estaban bastante paralizados.

Cuando se miran ya no las tasas de crecimiento expresadas en el Producto Interno Bruto o en el Producto Interno Bruto per cápita o en el nivel de exportaciones e importaciones sino en el índice de desarrollo humano y en la distribución del ingreso es decir en el índice Gini, es aún más notorio que en el planeta a lo largo del siglo XXI ha venido empeorando la situación para el grueso de la población en cuanto que el neoliberalismo se ha encargado de acentuar esa tendencia propia del capitalismo de concentrar la riqueza en muy pocas manos y la pobreza generalizada para el resto de la sociedad.

Hoy se plantea un leve repunte en la economía particularmente en los países con economías dirigidas de alguna u otra manera por el Estado, pero las debilidades son notorias pues reconstruir las cadenas globales de valor y las rutas comerciales tardará quizás un año más para llegar a su nivel prepandemia. Eso se traducirá en que así por razones comparativas se vea crecimiento en el último tramo de este año, realmente no se alcanzarán las cotas prepandemia sino quizá en el 2023.

Las medidas sobre la situación de las personas de carne y hueso tales como el número de puestos de trabajo, el ingreso de las familias, la situación de la educación y la salud entre otros indicadores reales a tener en cuenta, seguirán mostrando índices de empeoramiento pues los patronos capitalistas tratarán de reponer sus ganancias a costa de aumentar la explotación de los obreros.

Es evidente, en consecuencia, que los levantamientos populares que se estaban observando en el planeta promediando la década pasada y que por obvias razones disminuyeron durante la cuarentena –con casos excepcionales como el de Colombia–, retomarán su dinámica con una mayor carga de razones para enfrentar a quienes detentan el poder.

Sabedores de esta situación muchos gobiernos aprovecharon la cuarentena para imponer medidas para recortar los derechos de la población, en particular los derechos políticos, pero ello no será obstáculo para el auge de la lucha.

 

Notas

[1] Los aliados de EE. UU. impulsan el declive de la democracia en el mundo, afirma un nuevo estudio - The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2021/11/18/espanol/usa-aliados-democracia.ht….

[2] Para una descripción de los partidos políticos en el gobierno de los países europeos, ver: https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/organismos/union_eur….

[3] Nazifa Alizada, Rowan Cole, Lisa Gastaldi, Sandra Grahn, Sebastian Hellmeier, Palina Kolvani, Jean Lachapelle, Anna Lührmann, Seraphine F. Maerz, Shreeya Pillai, and Staffan I. Lindberg. 2021. Autocratization Turns Viral. Democracy Report 2021. University of Gothenburg: V-Dem Institute. En este escrito se citará como Gotemburgo (2021).

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