Por la paz, la democracia, el amor y la vida

Edición #84
Abril 5, 2022

Después décadas de señalar que culminar la guerra, acabar con la violencia y hacer de la política la herramienta para lograr la paz, la democracia, el amor y la vida para un cambio seguro en Colombia, que permita lograr los avances educativos, científicos, democráticos, económicos y sobre todo sociales, la historia nos da la razón.

Por Jhoan Manuel Rodríguez Cerinza

Líder de las barriadas de Bogotá, magister en Derechos Humanos, Gestión de la Transición y Posconflicto

Después décadas de señalar que culminar la guerra, acabar con la violencia y hacer de la política la herramienta para lograr la paz, la democracia, el amor y la vida para un cambio seguro en Colombia, que permita lograr los avances educativos, científicos, democráticos, económicos y sobre todo sociales, la historia nos da la razón.

Y mencionamos esto para iniciar, dado que la batalla por el lenguaje de paz territorial y por los cambios sociales, dependen de una voluntad política real, Sin tibiezas, capaz de transformar desde las decisiones y acciones de gobierno al ser electos y posesionados en sus cargos; como dicen, obras son amores y no buenas razones, pero ni en el alto nivel, ni en el nivel local esto se ha visto por parte de mandatarios, de mandatarias y sus equipos. No todo puede ser llegar a la época electoral para decir, “yo voté por la paz”, “estoy con la paz”, “hicimos campaña por la paz” como lo dicen en algunos debates y comunicados buscando persuadir incautos.

Cuando hay una voluntad de paz real, no sólo se dice que se votó, sino que se demuestra desde las acciones de gobierno para dar pasos en la paz territorial, en la pura y simple paz, esa que consiste en superar las acciones de violencia en la política, la lucha armada, para pasar a debatir, a construir y avanzar en el país con ideas y dialogo, mediado por elecciones, votos y argumentos en vez de balas, armas, masacres y muerte. buscando que esos argumentos le aporten a la sociedad colombiana a superar el miedo, proteger los territorios, la soberanía alimentaria, la niñez, los derechos humanos y lograr así, ser la potencia mundial de la vida.

La pura y simple paz avanzó con las negociaciones, con la firma del acuerdo y alguna legislación, pero hasta allí llegó; pues en medio de una tragedia humana generada por la pandemia, que trajo consigo una crisis social de cifras escalofriantes, las atroces medidas sociales y fiscales tomadas por el gobierno que desde la campaña avisó que haría trizas la paz y no mintió, porque si no lo recuerdan, regresaron las bombas en la ciudad, el terror, las masacres y posiblemente hasta nuevos “falsos positivos” de acuerdo a las últimas noticias.

Hay una sola propuesta que le apuesta a la paz real y con justicia social, una paz con el poder de territorializar el lenguaje de convivencia y democracia, de mediar las diferencias, superar la violencia política y principalmente, garantizar que los fines esenciales del Estado plasmados en nuestra constitución, se cumplan. La propuesta es Sencilla, es dirigida a lograr que la igualdad, los derechos, la equidad y la paz se vean y se vivan, mediante programas y proyectos que como sucedió en la Bogotá humana, se avance a nivel nacional en la política del amor, de la superación de la segregación social y la exclusión, con educación, ciencia y tecnología, culminando con el racismo y el odio; en resumen. Lograr el cambio seguro que Colombia requiere.

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