La Comuna de París, 150 años después: entre la reflexión histórica y las implicaciones políticas.

Edición 76

Hoy, a 150 años de la Comuna parisina, es importante señalar que más que lecciones y críticas a los comuneros por su accionar, usando la fórmula: “si hubieran hecho esto o aquello… el desenlace habría sido diferente”, hay que entender que nuestro tiempo no es el de la Comuna de París, y hay que ir más allá de la simple conmemoración anecdótica y heroica. La Comuna fue, desde esta perspectiva, un punto de inflexión o de referencia, retomado por muchos pensadores posteriores como Lenin o Trotsky, para argumentar y enriquecer sus construcciones teórico políticas.

Por Esteban Morales Estrada
Magíster en historia

La clase desaprendió en esta escuela tanto
el odio como la voluntad de sacrificio.
Puesto que ambos se alimentan de la imagen
de los antecesores esclavizados
y no del ideal de los descendientes liberados.
[1]

Walter Benjamin

La Comuna de París y su significación indeleble luego de un siglo y medio, tiene que ver con su centralidad en ese proceso de larga duración que ha enfrentado desde hace siglos (y que puede ser un conflicto casi inherente a la humanidad), a la tradición contra el cambio. En medio de las consecuencias desastrosas para Francia de la Guerra Franco-Prusiana, el pueblo de París (y otras ciudades como Marsella o Toulouse) se levantó e intentó dirigir el destino de su historia, reivindicando ideales colectivos y luchando contra esa reacción conservadora decimonónica, siendo finalmente aplastado brutalmente, pero no olvidado por la trayectoria histórica de las grandes reivindicaciones y luchas sociales. No se trata entonces de copiar la experiencia o de extraer lecciones infalibles; por el contrario, se trata de reivindicar un proceso que tiene mucho que decirnos en la actualidad en que estamos.

Desde mediados del mes de marzo de 1871, ese fantasma (las clases populares) tan temido por la burguesía europea y mundial, controlaba una de las ciudades más importantes de Europa. Lo que antes era utopía e idealismo, se volvía una realidad palpable. Los diarios del mundo entero debatían en torno al revolcón, al huracán social que sacudía a la capital gala. La prensa global asociaba la Comuna con el temido y poco conocido comunismo, razón por la cual, como señala el historiador de las izquierdas Horacio Tarcus, “El término «comunismo», si bien formaba parte del vocabulario político de las vanguardias desde la década de 1830, no se difundió a escala internacional sino con los hechos de la Comuna”[2].

I

El contexto de la Comuna de París se encadenaba con las consecuencias directas de la ya mencionada Guerra Franco-Prusiana. Luego de la derrota de las armas francesas en Sedán, es proclamada la República, y a continuación se conforma la nueva Asamblea Nacional. Esta última (Asamblea), produce en algunos sectores gran animadversión, debido a que estaba compuesta por elementos reaccionarios, que, además de no gustar mucho de los ideales democráticos, estaban dispuestos a acordar una humillante paz para los franceses frente a los vencedores prusianos. Es en dicho ámbito, de pugnas nacionales e internacionales, de caos social y militar, en el que se configura y se construye el complejo proceso de la Comuna.

Las clases artesanas y proletarias, con amplia experiencia política, organizadas en la Guardia Nacional estaban interesadas en defender a París del invasor teutón y se opusieron a las medidas tomadas por su propio gobierno provisional. La ciudad quedó en poder de estas fuerzas y se estructuró un consejo municipal, elegido democráticamente, que intentó liderar la resistencia y la sobrevivencia frente a los prusianos, por un lado, y el gobierno francés provisional por el otro. Luego de una resistencia heroica, incomunicada y aislada, la Comuna fue aplastada militarmente con la reconquista de la capital de Francia. Con la anulación violenta de este extraordinario experimento social, que existió entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871, y después de una encarnizada reconquista, barrio por barrio, el saldo fue de unos 30.000 comuneros muertos y 43.000 prisioneros según Horacio Tarcus.

Hoy, a 150 años de la Comuna parisina, es importante señalar que más que lecciones y críticas a los comuneros por su accionar, usando la fórmula: “si hubieran hecho esto o aquello… el desenlace habría sido diferente”, hay que entender que nuestro tiempo no es el de la Comuna de París, y hay que ir más allá de la simple conmemoración anecdótica y heroica. La Comuna fue, desde esta perspectiva, un punto de inflexión o de referencia[3], retomado por muchos pensadores posteriores como Lenin o Trotsky, para argumentar y enriquecer sus construcciones teórico políticas.

II

Desde una perspectiva más enfocada en lo teórico, el filósofo Michael Löwy argumenta que, desde la óptica o perspectiva de Karl Marx, lo más relevante de la Comuna fue esencialmente que se constituyó como un gobierno del pueblo y para el pueblo, sin líderes marcados y jerarquías estrictas y planas; y en segundo lugar, el internacionalismo del proceso que trascendió y rompió el simple nacionalismo antiprusiano, y reivindicó valores universales. Siguiendo con Löwy, y dejando claro que “cada generación hace su propia lectura y su propia interpretación de la Comuna de 1871 en función de su experiencia histórica, de las necesidades de sus luchas y de las aspiraciones y utopías que la motivan” [4], es válido preguntarse o cuestionarse: ¿qué aspectos pueden retomarse indirectamente hoy de la Comuna de París, desde la realidad política colombiana?, ¿qué nos puede decir o aportar hoy?

Para intentar responder a estas preguntas, retomaré varios aspectos que señala Löwy sobre la Comuna. En primer lugar, el filósofo destaca que el movimiento de 1871 fue “pluralista y unitario”, en el sentido de que agrupó todo tipo de tendencias y matices en pro de un bien común específico; blanquistas y anarquistas, libertarios y republicanos, entre muchos otros, fueron parte de la Comuna. Lo anterior, como ya he mencionado, no es una receta para hoy, ni una ruta inamovible; se trata de valorar, o más bien revalorar esa experiencia histórica y buscar que ilumine nuestro presente, entendiendo que el siglo XIX no es el XXI ni mucho menos. Teniendo eso presente, una de las tareas fundamentales que enfrentamos hoy (la construcción de un Pacto Histórico) remite al problema de la unificación de las fuerzas de izquierda y progresistas, que a través de los años se han divido en partidos, facciones, tendencias y grupos. La Comuna de París nos muestra que la unidad es posible, y la actualidad del país nos recuerda que es necesaria. Dicha unidad no debe ser idealizada, los conflictos existieron en la Comuna, pero también los fines colectivos y grupales, los que hacían que los primeros pasaran a un plano de menor importancia.

Löwy llama la atención, en segundo lugar, sobre el asunto internacionalista de la Comuna de París y creo que es fundamental para nuestra realidad actual. Si no pensamos soluciones globales o mundiales a problemas como el cambio climático[5], los esfuerzos serán inútiles. En ese sentido, las luchas no deben agotarse en el plano de los Estados-Nación, por el contrario, deben buscar ideales universales, aspecto donde puede retomarse la herencia histórica de 1871.

Un tercer aspecto importante, también señalado por Löwy, fue la centralidad de las mujeres en las jornadas de 1871. Ese legado de participación activa de la mujer y equidad entre los géneros también es un asunto fundamental para un proyecto político con perspectivas.

Estos tres aspectos, sumados a la lucha anticapitalista de los comuneros, son destacados por Löwy y tienen plena validez para el momento actual. La vigencia y la actualidad de dichas problemáticas son más que palpables en el escenario coyuntural que experimentamos políticamente. La unidad de los sectores progresistas en torno a una lucha en común y de carácter impostergable; la búsqueda de acuerdos, entendimientos y consensos entre naciones sobre problemas que sobrepasan la esfera local como el cambio climático y la crisis del neoliberalismo imperante; y la búsqueda de la equidad entre géneros y adicionalmente a nivel social, se configuran como aspectos centrales que hace 150 años estaban presentes (de formas diversas y distintas), y que hoy son importantes para construir una alternativa de poder viable y acorde con los grandes desafíos que están llegando. La Comuna de París como experiencia histórica es fundamental[6] para los grandes y difíciles desafíos presentes e inmediatos.

Notas

[1]Walter Benjamin, “Tesis de filosofía de la historia”, en Discursos interrumpidos I (Buenos Aires: Taurus, 1989) Pág. 186.

[2] Horacio Tarcus, “Cuando los obreros tomaron el cielo por asalto. A 150 años de la Comuna de París”, Nueva Sociedad, 2021. https://nuso.org/articulo/comuna-de-paris/

[3]Ver, por ejemplo: Carlos Illades, “La Comuna de París en México”, Jacobin América Latina, 2021. https://jacobinlat.com/2021/03/20/la-comuna-de-paris-en-mexico/

[4]Michael Löwy, “La Comuna de París de 1871: un salto de tigre al pasado”, Jacobin América Latina, 2021. https://jacobinlat.com/2021/03/27/michael-lowy-la-comuna-de-paris-de-18…

[5]Para un panorama del problema climático desde lo teórico, ver: Facundo Nahuel Martín, “Debates actuales en el marxismo ecológico: un primer mapa de la cuestión”, Jacobin América Latina, 2020. https://jacobinlat.com/2020/11/30/debates-actuales-en-el-marxismo-ecolo…

[6]Jaime Ortega, “Marx, la Comuna y nuestro tiempo”, Memoria n° 277 (2021): 75-76.

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