La agresión imperialista gringa: ¿mera amenaza o invasión?
Por Marcelo Torres Benavides
Explicable conmoción, en Colombia y el mundo, ocasionó la reciente difusión por los medios de una foto del 21 de octubre aparecida en la web de la Casa Blanca en la cual se ve a Nicolás Maduro y a Gustavo Petro con el traje naranja propio de los presidiarios en Estados Unidos. La foto, evidentemente trucada, luego de su aparición en los medios fue eliminada de la galería de imágenes de la referida web.

El presidente de Colombia Gustavo Petro en una plaza en New York en un mitin antiiemperialista.
Lo de mayor importancia al respecto no es que se repita el parecido antecedente de 2019, cuando John Bolton, entonces principal asesor de seguridad nacional de la primera administración Trump, dejaba ver de entre una carpeta un escrito que decía “5 mil tropas”, refiriéndose a Venezuela. Ni tampoco, que en el mismo año tuviera lugar la llamada “Operación Gedeón”, el fracasado desembarco de mercenarios norteamericanos en la Costa de Venezuela, con su indudable nexo con el gobierno gringo. Es decir, lo más significativo no es que se esté repitiendo hoy deliberadamente aquella maniobra intimidatoria, sino el candente interrogante: ¿ahora qué sigue?, ¿se trata únicamente de amenazas para amedrentar a Colombia o estamos ante la inminencia de una invasión militar estadounidense a nuestro país?

Hay que convenir en que el despliegue del 20 por ciento de la fuerza naval norteamericana en el Caribe frente a Venezuela, la movilización de una división, la travesía atlántica del Gerald Ford, el mayor portaviones gringo y del mundo, con casi un centenar de aviones de combate, una cantidad de helicópteros, y escoltado por submarinos nucleares y buques de guerra, no parece ser sólo una maniobra intimidatoria. Al igual que las 80 ejecuciones extrajudiciales ─verdaderos asesinatos─ en el Caribe y el Pacífico, a quienes el gobierno gringo tilda de traficantes de cocaína y tripulantes de “narcolanchas”, sin exhibir una sola prueba, en ejecución de la llamada “Doctrina Trump”. Crímenes que revelan la voluntad imperial de mantener sometida no sólo a Colombia sino a América Latina mediante el supremo argumento de la fuerza. Luego de que este mismo gobierno, en preparación de su decisión de confrontar a China, de no permitir una transición pacífica a la multipolaridad global, ha anunciado la reanudación de sus pruebas de armas nucleares. Y después que ha hecho de cómplice y principal responsable del genocidio perpetrado en Gaza por el sionismo israelí, no obstante el clamor mundial en repudio a la matanza, no es cosa de desestimar las maniobras bélicas y sus anuncios de invasión como puras baladronadas de un marrullero inescrupuloso.

Sin embargo, la realidad es que Trump tiene muchos y muy serios problemas, entre los cuales sobresalen como principales:
- El duro cuestionamiento de varios altos militares en retiro, algunos de máximo rango -incluido el general Mark Milley, ex jefe de Estado mayor de la primera administración Trump-, que consideran improvisada, precipitada y aventurera la actuación en el Caribe. La tensión reinante quedó ilustrada con la renuncia del general jefe del Comando Sur.
- El acuerdo comercial Estados Unidos-China firmado en Corea a fines de octubre ya no fue hegemónico. Aunque China le levantó las restricciones al acceso a los estratégicos metales de las tierras raras por un año, lapso durante el cual comprará 14 millones de toneladas de soya norteamericana, Estados Unidos tuvo que ceder en materia de su “guerra de aranceles”, la política comercial insignia de Trump, supuesta “salvadora” de la economía de Gringolandia. Los acostumbrados ucases quedaron reemplazados por un trato en pie de igualdad; todo se materializa ahora en un paso concreto revelador, nada accesorio, trascendente, un hito hacia la multipolaridad. Transición en la cual ya, a la hegemonía unipolar estadounidense hay que registrarla en pasado.
- La certera calificación de la ONU como inequívocas ejecuciones extrajudiciales los bombardeos por el gobierno Trump a las llamadas “narcolanchas”. Aunque la incidencia de las Naciones Unidas en los asuntos globales se reduzca cada vez más a la irrelevancia, pronunciamientos de este tipo ayudan a esclarecer a la opinión mundial que Washington quiere terminar de hundir el orden planetario surgido en la segunda posguerra y pugna vanamente por reimplantar su barbarie imperialista unipolar.
- El abierto enfrentamiento de una parte del establecimiento contra el gobierno federal: medios masivos como el New York Times, gobernadores como el de California, alcaldes como el de Chicago, un segmento importante de los jueces en particular contra el ICE, ─perseguidor de inmigrantes latinoamericanos─ y ante el uso de la Ley de Enemigos Extranjeros para las deportaciones.
- La resistencia política masiva del pueblo norteamericano: los 7 millones de manifestantes del sábado 18 de octubre de 2025, en 2700 marchas con el lema “No reyes” –“No kings”-, luego de los 5 millones de marchantes en junio en grandes movilizaciones de protestas contra políticas y medidas de Trump en todo Estados Unidos; la elección del nuevo alcalde Nueva York, Zhoran Mamdani; la oposición y denuncias en concentraciones masivas presididas por Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortés.
- Y el escándalo provocado por las revelaciones del caso Jeffrey Epstein, que con las difundidas hasta ahora y las que se esperan de la Cámara de Representantes, apuntan de modo implacable contra Donald Trump.

En conclusión, la respuesta mundial contra el genocidio en Gaza, como el repudio en gran escala a las políticas de Trump, sacan a flote condiciones que no favorecen la aventura de una invasión, pero el empeño de Trump de forzar la permanencia del hegemonismo gringo -en especial en América Latina- incluido el uso de la fuerza militar, persiste también muy claramente. Luego, pese a la incertidumbre y ambigüedad del momento, nunca pueda descartarse una irracional decisión bélica de parte del lunático de la Casa Blanca, precisamente como pretendida salida del atolladero en que se encuentra. Las fuerzas patriotas del país tenemos que mantener la guardia en alto, apuntalar en la opinión pública del país un clima de defensiva nacional en todos los terrenos, y avanzar en la formación del frente antiimperialista y antifascista.
Bogotá, 15 de noviembre de 2025
