Clara López en Congreso de La Habana sobre el Nuevo Orden Económico Internacional

Edición #92
13 febrero 2023

A finales de enero se celebró en La Habana, Cuba, un Congreso Internacional con el objetivo de buscar consensos alrededor de una visión común del mundo multipolar que se está formando para la elaboración de una nueva declaración de la ONU. Al Congreso, convocado por la Internacional Progresista, asistieron delegados y delegadas de 24 países y a sus deliberaciones asistieron el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel y el Canciller Bruno Rodríguez. En el acto de instalación intervino la senadora colombiana por el Pacto Histórico, Clara López Obregón.

Por Clara López Obregón

Senadora de la República por el Pacto Histórico

Hace casi 50 años, los países del Sur Global se unieron alrededor de una declaración de principios sobre cómo debería reorganizarse el orden económico mundial estructurado en torno a los intereses de los vencedores occidentales de la Segunda Guerra Mundial.

La Declaración adoptada el 1o de mayo de 1974 consagraba como derechos de los países, entre otros:

La igualdad soberana de todos los Estados, la libre determinación de los pueblos acompañada de la no injerencia en sus asuntos internos y una participación efectiva en la discusión y solución de los problemas mundiales;

La plena soberanía de cada Estado sobre sus recursos naturales y el derecho a adoptar sus propios sistemas económicos y sociales;

Una relación justa y equitativa en los términos de intercambio entre los países en desarrollo y los países desarrollados.

Hoy, la lucha de nuestros pueblos por garantizar esos elementales derechos, que están en la base de la Carta de Naciones Unidas, ha adquirido renovada vigencia.

Que nos reunamos en Cuba para retomar el camino del Nuevo Orden Económico Internacional es doblemente significativo.

De una parte, porque el pueblo y el gobierno de Cuba son ejemplo de tenacidad y resistencia en la defensa de su autodeterminación por la que han pagado un insondable precio.

De otra parte, porque a pesar de la precariedad económica que han significado sesenta largos años de embargo, Cuba se ha distinguido por ejercer la solidaridad internacional en los pasos de José Martí, con los pueblos y países que sufren.

Si de verdad queremos construir el nuevo orden económico mundial, el primer paso es el de organizar una gran agenda de diplomacia entre gobiernos y pueblos en busca del levantamiento de esas sanciones que castigan el pleno ejercicio de la soberanía cubana y, con ello, proceder a proscribir esa práctica en el marco del derecho internacional como arma para doblegar autonomías y diferencias de modelos de sociedad soberanamente escogidos.

El Nuevo Orden Mundial debe buscar el desmonte del enjambre de normas jurídicas con las que el modelo del libre mercado a ultranza de la globalización ha maniatado las políticas públicas de países del Sur Global y les impiden ejercer decisión soberana sobre la política económica. Tal es el caso de los tratados de protección de la inversión extranjera que incluyen cláusulas que permiten a las multinacionales demandar a los gobiernos por implementar normas ambientales, laborales y tributarias que impliquen disminución de las ganancias esperadas. Este cúmulo de normas hace de muchos de nuestros países espacios económicos especiales donde no rige la soberanía como las que Honduras viene de derogar a riesgo de ser demandada por las multinacionales afectadas por sumas que ascienden a una tercera parte de su producto nacional anual.

El Nuevo Orden Económico Internacional debe poner límites a los abusos de la propiedad intelectual que artificialmente admiten la extensión de patentes más allá de una protección razonable, se arrogan la decisión de no reconocer las vacunas efectivas desarrolladas por Cuba y se mostraron incapaces de reunir las mayorías en la Organización Mundial del Comercio para declarar las vacunas contra el COVID-19 un bien público de la humanidad.

El Nuevo Orden Económico Internacional debe comprender la necesidad de asumir la crisis de la deuda externa que se asoma y que otra vez puede derrumbar las economías de muchos países con incalculables consecuencias para la democracia y el enfrentamiento del cambio climático

Menciono solo cuatro desafíos que muestran el tamaño del reto que nos hemos propuesto. Si la descolonización supuso la primera independencia, la lucha por el Nuevo Orden Económico Mundial tiene la misión de conseguir y mantener la segunda y definitiva independencia de los países de la periferia, los países en vía de desarrollo, los países del Sur Global.

Para ello solo hay un camino: el camino de la unidad de los débiles para hacerse fuertes en las negociaciones internacionales. Se debe revitalizar el Grupo de los 77, hoy en cabeza de Cuba; revivir a la organización de los Países No Alineados y promover la integración en América Latina y el Caribe, así como en los demás continentes dentro del espíritu de solidaridad y resistencia Sur-Sur de cual nuestro país anfitrión es ejemplo. Para nuestro continente está el ejemplo de la CELAC y la necesidad de reconstruir una UNASUR ampliada a Centro América y el Caribe.

Los esfuerzos que aquí nos congregan están signados por una nueva coyuntura internacional. Con el cambio del equilibrio de poder entre los grandes actores globales se mueven las placas teutónicas de la geopolítica y la seguridad mundiales. En Asia oriental los movimientos se manifiestan con la guerra comercial declarada a China por Estados Unidos, la prórroga del Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa entre Rusia y China y la respuesta de la alianza anglosajona con la firma del Pacto Defensivo entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia de septiembre de 2021. En el teatro europeo, el rompimiento del equilibrio del poder entre la OTAN y Rusia se manifiesta con la guerra de Ucrania, un polvorín capaz de incendiar al mundo entero.

Simultáneamente existe consciencia en países desarrollados y en desarrollo que el modelo del Consenso de Washington no va más. El cambio climático, la pandemia y la rampante desigualdad que este modelo ha exacerbado están desestabilizando gobiernos en todos los continentes. En algunos países se constata una creciente consciencia de que las élites tradicionales no responden, ni representan los intereses generales y deben ser reemplazadas.

Es una época de flujo en la que la unidad y la solidaridad entre los países del Sur Global bien podrían incidir y provocar un cambio en la arquitectura y reglas de juego de economía mundial. Se requiere una gran conversación global para mover mentes, corazones y gobiernos. No una sola conversación, sino muchas, miles, millones de conversaciones, incluso entre contrarios, aprendiendo a escucharnos mutuamente, no para confrontar sino para entenderse. “Conversaciones improbables” de las que habla Jean Paul Lederach que tienen la capacidad de transformar.

Suena como una empresa imposible. Una quijotada, Una utopía. Pero no se puede olvidar que las utopías juegan un papel fundamental en las sociedades al ensanchar los horizontes de lo posible. Aquí está “la levadura” de ese amasijo que hará crecer la audiencia de nuestra utopía del Nuevo Orden Económico Internacional. ¡Manos a la obra!

La Habana, Cuba, 27 de enero de 2023

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