Conversación con Víctor Báez: “Construir un frente internacional contra el fascismo”

En diálogo con LA BAGATELA, Víctor Báez, presidente de la Confederación Sindical de las Américas- CSA- hace un recuento de las alteraciones en la situación mundial, de los cambios en la producción y en las relaciones laborales y llama a los trabajadores a unirse con otros sectores de la población para construir un frente mundial contra el avance de la ultra derecha y el fascismo. Sobre el presupuesto de que “el trabajo siempre va a existir” considera que la clase obrera debe jugar un papel orientador en esta coyuntura.

Por la Redacción de LA BAGATELA

A su paso por Bogotá, LA BAGATELA tuvo la oportunidad de conversar con Víctor Báez, reconocido dirigente de mil batallas al frente de los trabajadores/as organizados alrededor de la Confederación Sindical de las Américas (CSA) [1], que él preside.

Asistía al Comité Continental de la Mujer Trabajadora y vino acompañado por compañeras de distintas nacionalidades. En esta ocasión el tema era la llamada Revolución 4.0 que involucra a la informática, la robótica, la inteligencia artificial, vistas desde una mirada de género y todo por el interés de tener un movimiento sindical, más integrado.

“Nos preocupa que se pierdan puestos de trabajo”, dijo y señaló que existen “tres tipos de tecnología que influye en la vida de los trabajadores: la que apoya al trabajador en su trabajo, la que remplaza al trabajador y la inteligencia artificial, que además de remplazar al trabajador, realiza servicios”, pero el tema no se puede plantear en términos simplistas: “se pierde y se van a crear puestos de trabajo”.

El presidente Mujica en el Japón visitó una empresa agropecuaria que produce 17.000 lechugas diarias “sin mano de obra” y luego estuvo en un supermercado donde “no encontró ni un solo trabajador”, entonces dijo: “ustedes tienen que preocuparse no solo por los salarios”. A lo que Víctor dio la razón: “si no nos preocupamos por el tipo de sociedad en que queremos vivir y luchar por ella, no estamos, como sindicatos haciendo la tarea, sin dejar de pelear por más empleo y mejores salarios”.

Según él, en el mundo hay dos proyectos políticos en juego, “aquel que dice, hoy vamos a ganar dinero no importa lo que pase con el mundo mañana y aquel que dice quiero un mundo sostenible y durable, donde nuestros descendientes vivan mejor que nosotros. Y yo creo que el movimiento sindical se agrupa en este último, y pelea contra esa otra propuesta, que es la de las multinacionales, la de los grandes empresarios, los gobiernos conservadores y la derecha fascista”.

¿Qué tarea se adelanta en este sentido por parte del movimiento sindical y qué avances hay?

Lo primero es levantar conciencia sobre lo que está pasando. La gente habla mucho del futuro del trabajo. Y el futuro del trabajo puede significar si el trabajo va a existir o no. Debemos partir de la idea de que el trabajo siempre va a existir. Hablemos del trabajo del futuro y no del futuro del trabajo, cómo va a ser el trabajo del futuro que empieza ahora.

En América Latina (AL) muchos países siguen exportando materias primas y la mayoría de sectores basan su economía en eso. No crean puestos de trabajo, no industrializan. Como vamos a pedir que países que no han hecho ni la primera revolución industrial pasen a la 4.0. Hay dos montañas que siguen creciendo en el mundo. Una es la montaña de la deuda y la otra la del dinero ocioso, que vive para la ganancia y la especulación y no sirve para crear puestos de trabajo. Por el otro lado la Cepal dice que la pequeña y la mediana empresa (pymes) son poseedoras del 10 por ciento de la riqueza en AL pero generan el 60% de los puestos de trabajo.

¿Cuál es la posibilidad de crear puestos de trabajo con las pymes sin que eso signifique sacrificio de los derechos de los trabajadores?

Es posible pero dándoles facilidades, por ejemplo, préstamos a largo plazo con intereses bajos a través de una banca pública cada vez más debilitada o inexistente; en lugar de recortar el salario de los trabajadores, darles incentivos crediticios o fiscales. En vez de perdonar los impuestos a las grandes empresas transnacionales se debe incentivar la creación de las pymes. Es por ahí donde deberíamos seguir pensando como podemos hacer la primera o segunda revolución industrial y capacitarnos para llegar a la cuarta, siempre mirando el mundo en el cual estamos viviendo".

¿Esto implica un cambio?

El norte del movimiento sindical es la justicia social, la democracia y la igualdad, y como decía Tolstoi en una de sus obras, cuando hay tormenta y está todo oscuro y no se ve nada, no se puede perder el norte. Las organizaciones sindicales y los partidos democráticos no podemos perder ese norte, pueden haber cambiado muchas condiciones pero los principios no cambian, el norte nuestro no debe cambiar”.

¿Cuál es el procedimiento para llegar allá?

Lo primero es hacer una discusión política con esos sectores porque tenemos coincidencias. Yo recuerdo cuando esas pymes se opusieron al Alca y a los tratados de libre comercio porque percibieron que iban a ser las primeras liquidadas. Estuve participando recientemente en la primera huelga general en la Argentina. Allí no solamente pararon los sindicatos, también lo hicieron pymes, porque si a algo dificulta la vida a las pymes son las políticas neoliberales, las acaba enseguida y no nos interesa que maten puestos y fuentes de trabajo.

Hay que desenmascarar ese discurso hipócrita de las grandes multinacionales que en los foros dicen que se debe favorecer a los emprendedores. En realidad las grandes empresas presionan a los gobiernos exigiendo mejores condiciones para ellos, son los famosos pactos nacionales. Además hay que hacer un trabajo político muy fuerte y hacerles ver a las pymes que no todas las empresas son representadas por el grupo de empleadores en la OIT.

¿A quien representa el grupo de empleadores en la OIT?

Representa al gran capital, principalmente al financiero. Capital que no quiere saber de la banca de desarrollo ni de la banca pública. Les interesa la banca privada y su lucro excesivo.

¿La propuesta de los trabajadores hasta donde llega?

Lo que sí debemos plantear es una lucha política por el modelo de sociedad que queremos y cómo los trabajadores se van a insertar en esa sociedad y cómo vamos a trabajar, ahí no podemos autocensurarnos. Hace 100 años Keynes dijo que él veía en el 2030 que los trabajadores trabajarían solo 3 horas diarias o sea 15 semanales para satisfacer sus necesidades. Hoy en día se trabajan 12, 14 e incluso 16 horas por día y ese excedente es el que esta llenando los bolsillos de los más ricos y empobreciendo a los trabajadores. No hay una distribución de la riqueza. Entonces el trabajo del futuro va a depender de la lucha política que adelantemos los trabajadores junto a los sectores progresistas de la sociedad, los que quieren transformaciones de la sociedad, los que quieren un mundo sostenible y con base en eso se van a oficiar las reglas.

¿Los derechos de los trabajadores gozan de garantías para adelantar esta lucha?

En estos momentos en Ginebra estamos planteando que las multinacionales sean castigadas por faltas cometidas a los derechos humanos de los trabajadores. A su vez estas presionan a los gobiernos y dicen: si ustedes deciden esto, nosotros vamos a tomar retaliaciones. Es una lucha política global. Ellos están muy cómodos hasta ahora porque existen algunos principios sobre multinacionales de la OIT, de la ONU, de la Ocde que no son de cumplimiento obligatorio, son de cumplimiento voluntario, pero hemos sabido que solo el 2% de las multinacionales realmente tienen intención de cumplir voluntariamente esos principios. Entonces no se puede hablar de democracia mundial. Cómo vamos a hablar de democracia en nuestros países si no existe regulación a estas empresas, por eso la lucha es global.

¿Existen las condiciones en el movimiento sindical para adelantar esta lucha?

Hoy, cien años después de la segunda revolución industrial, cuando ya se pasó a las cadenas de producción internacional, cuando ya no se produce todo en un mismo lugar, hay que reorganizar el movimiento sindical. Si queremos hacerle frente a las grandes empresas multinacionales con posibilidad de éxito debemos juntar y organizar a los trabajadores que están en el sector informal, y tal vez están trabajando para ellas, y a los trabajadores que están en una relación de dependencia en el sector formal. Así podemos pasar a la ofensiva.

Cuando se funda la CSI se hizo con un sentido de integración, se habló de un nuevo internacionalismo sindical incluyente, donde no fuera decidido todo en los países desarrollados a nivel sindical, sino que las aspiraciones, sueños y deseos de los trabajadores en el mundo en desarrollo, en los países emergentes y en los países menos desarrollados también fueran incluidos, ese proceso en términos de participación debe acentuarse.

Lo otro es que si nosotros queremos cambiar las reglas no podemos hacer solamente política de lobby, no podemos en el movimiento sindical comportarnos como una ong. La fuerza de la CSA está en sus organizaciones filiales. Una cosa es que yo vaya solo a hablar con un gobierno y otra cosa es que mi afiliada me acompañe. Aquí en Colombia no voy hablar solo con el presidente o con Mintrabajo o con un alcalde. ¿Quién soy yo? Soy un extranjero, pero si voy acompañado por una filial es otra cosa. Ya es noticia. Si queremos cambiar las reglas debemos adquirir poder. Tener la capacidad de cambiar las cosas o la capacidad de hacer que no cambien las cosas. Si nosotros queremos tener poder, no podemos hacer solamente el lobby, debemos pasar a la ofensiva.

Entonces me dicen: no toma en cuenta que estamos debilitados, mi respuesta a eso es ¿cuál es la alternativa? ¿Seguir esperando?, si no pasamos a la ofensiva no vamos a cambiar nada.

Los trabajadores son conscientes de esta situación, ¿creen que tienen la fuerza para pasar a la ofensiva?

Las condiciones actuales son muy difíciles porque estamos retrocediendo en muchos aspectos. En AL estamos ante la posibilidad de tener un gobierno fascista en Brasil por obra y gracia al voto popular manipulado, por la información de grandes empresas que se apropiaron de los datos de la gente, por la prensa que se especializa en desparramar noticias falsas con un sentido de clase definido en contra nuestra, y por el fascismo. Los partidos liberales no son el blanco del fascismo, lo es el movimiento sindical, los partidos de izquierda, las organizaciones de mujeres, el fascismo también es machista, es racista. Entonces tenemos que constituir una plataforma, un frente internacional contra el fascismo.

Mientras los fascistas se están organizando, nosotros tenemos que hacerlo juntos con otros sectores de la sociedad porque lo que se puede venir es el fascismo puro y duro. Ese es el peligro si no pasamos a la ofensiva.

¿Con Trump en el poder el riesgo es mayor?

Claro, eso es determinante. Miremos hasta dónde llega la influencia de lo que sucede en EE.UU. Un exasesor del presidente Steve Shannon, renunció o lo renunciaron, y ahora esta en Europa preparando las elecciones del parlamento europeo. En esas elecciones, él está asesorando al fascismo europeo y dice que las elecciones van a decidirse entre el fascismo y la gente de Davos o sea los neoliberales.

¿Existe una marcada polarización en la política global, eso permite a la población identificar quien defiende sus derechos?

Un autor chileno, Tomas Moulian, que habló en la década de los 90 de la centripetación política: la derecha fingió venir al centro y la izquierda también vino al centro. En el parlamento chileno era difícil diferenciarlos. Ahora la derecha se desenmascaró y paso a la ultra derecha y los sectores de la izquierda se inventaron la tercera vía y quedaron en el centro, y sabe que cuando la derecha pasa muy a la derecha, el centro queda muy a la izquierda, pero nuestra tarea no es ni la centripetacion política ni la derechización política, nuestra tarea es la centrifugación política. Es decir nosotros hablamos de derechos, cuando nos hablan de economía hablamos de derechos Es por ahí, y por eso es que la lucha es política. Como decía Mujica “a la gente se le miente y se le dice que la política es la búsqueda del bien común”. La política, dice el genial amigo, es sacarte derechos a ti para dármelos a mi, sacarle derechos a los trabajadores para dárselos a los capitalistas, sacarle derechos a las mujeres para seguir dándoselos a los hombres. O puede ser también sacarle derechos a los capitalistas para dárserlos a los trabajadores, por eso la función política es inherente también a las organizaciones sindicales.

[1] La Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Americas (CSA), es la expresión sindical regional más importante del continente americano. Fundada el 27 de marzo de 2008 en la Ciudad de Panamá, afilia a 56 organizaciones nacionales de 23 países, incluidos los EE.UU., que representan a 60 millones de trabajadores/as. La CSA es la organización regional de la Confederación Sindical Internacional (CSI).

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