Edición 87
Declaración del PTC
¡PETRO PRESIDENTE, Y ALTO AL ADMIRADOR DE HITLER!
Varias y de mayúscula importancia resultan las conclusiones derivadas de la primera vuelta presidencial. Se corroboró en las urnas la mayoría de la candidatura presidencial de Gustavo Petro, manifestación elocuente del deseo o voluntad de cambio como la fuerza mayoritaria y tendencia principal del país, se consumó la derrota en regla del uribismo y la derecha en su conjunto, que marca el comienzo del fin del largo dominio del régimen del señor del Ubérrimo sobre la vida nacional, y los colombianos descartaron el centro político como pretendida solución de los grandes males de la nación.
La variación mayor de la contienda, muy anunciada por el propio uribismo y sus medios, la constituyó el aumento de la intención de voto por el candidato Rodolfo Hernández en vísperas del 29 de mayo y como resultado de la jornada electoral, su paso a la segunda vuelta. Así, en esta fecha definitiva de la competencia por la presidencia, cuando se esperaba que la medición de fuerzas se daría entre Petro y Fico, ahora se librará entre el líder del Pacto Histórico y el ingeniero-empresario santandereano.
El agreste lenguaje y las furibundas condenas de la corrupción y de los políticos por Rodolfo Hernández, su intemperancia verbal y física –las cachetadas, la chabacanería y el ofrecimiento de tiros a sus contradictores–, su grosero desprecio de la ley, y su abierta inclinación al despotismo, manifiesta en su anuncio del cierre del Congreso y en su propósito de gobernar mediante el estado de conmoción, se toman por algunos como firmeza moral y de carácter frente a los corruptos y cual excelsas virtudes de gobernante.
En cambio, poco se repara en actos y situaciones suyas que riñen con cualquier juicio favorable sobre el personaje, o se le disculpan sin más sus acciones o criterios del todo contrarios al decoro o buen manejo públicos que dice defender, o violatorios de elementales nociones democráticas. Como su vinculación –por sus ejecutorias cuando fue alcalde de Bucaramanga– a un proceso penal por celebración indebida de contrato en condición de imputado y en el cual, con su beneplácito, en apariencia su hijo habría sido beneficiado en una operación de corretaje. O como sus criterios sobre la mujer –a la que confina a las tareas domésticas y de la reproducción, fuera de la política, y su habitual alusión a la prostitución femenina cuando se trata de escoger un epíteto insultante–, tan de bulto constitutivos del más rancio y retrógrado patriarcalismo. O su burda concepción de las finanzas públicas, que reduce al achicamiento del gobierno –expresada en la supresión de embajadas y en el recorte de salarios de los maestros a 9 meses– y que exonera a los superricos de la obligación del sostenimiento del Estado. O, peor aún, que a varios de sus colaboradores cercanos los preceda una oscura estela de corruptelas, parapolítica y clientelismo.
El hecho de que sectores del electorado colombiano perciba como usuales y hasta aceptables expresiones y conductas semejantes nos dice bien a las claras que el empresario-ingeniero expresa y concita las tradiciones más regresivas y atrasadas del país. Prejuicios y creencias emparentadas con la ideología de ultraderecha, que se remontan a nuestra época colonial, con mayor arraigo en las zonas nor y centro oriental del territorio nacional –con la notable excepción de Bogotá y Barrancabermeja–, no obstante que en ellas también existen y pugnan las ideas y corrientes políticas de cuño democrático. Regiones de Colombia donde mayor votación ha tenido el uribismo bien por la persistencia de nociones del pasado o por la más reciente influencia paramilitar.
Por todo ello no sorprende la rapidez con la cual su derrotado vocero y las huestes uribistas, como el conjunto de la derecha, le ofrecieron su apoyo. Ni que, pese a la estridente autoafirmación de independencia de la “rododolfoneta”, haya ido aflorando su estrecha cercanía con el señor del Ubérrimo. Ni tampoco que, derrumbado el centro político que quisieron erigir a punta de fórmulas mediáticas, los medios de comunicación pro-establecimiento improvisen ahora como sucedáneo de esa falsa salida a Rodolfo Hernández. Siempre conforme a la consigna furibista: con cualquiera, con tal de atajar a Petro.
A pocos días de la fecha definitiva de la contienda presidencial, procede redoblar la gran campaña de esclarecimiento, continuar demostrando que la candidatura del admirador de Hitler conviene a los planes del uribismo y la derecha de mantener y profundizar el régimen neoliberal y represivo y de perpetuarse en el poder.
Es preciso mantener muy alta la vigilancia del pueblo sobre los próximos resultados electorales. Pues todo indica que la negativa del gobierno a contratar la auditoría sobre el software de la Registraduría, en previsión del fraude por algoritmos maliciosos, omisión que ya se registró en la votación del 29 de mayo, va a repetirse el 19 de junio.
A despecho del ruido mediático orquestado y de las encuestas interesadas para inflar la grotesca candidatura de Hernández, la tendencia de la ventaja adquirida en la opinión pública por Petro en franca lid, se reanuda con fuerza. Los importantes apoyos de destacados personajes de la democracia, tanto del centro como de sectores civilistas del establecimiento prosiguen a diario. El trabajo casa a casa, la elevación de la votación en las regiones en que se impuso el impetuoso deseo de cambio, el aumento de la movilización de las mujeres y los jóvenes, garantizarán la victoria. Con la elección de Petro presidente, Colombia iniciará en firme la época de nueva democracia, independencia y progreso.
Partido del Trabajo de Colombia (PTC)
Comité Ejecutivo Central
Yezid García Abello
Secretario General (e)
8 de junio de 2022