La ciencia en el gobierno Duque: una sumatoria más de desaciertos

Edición #79

Pese a la oposición de parte de la Academia Colombiana de Ciencias, la Asociación para el Avance de la Ciencia, el Consejo Nacional de Bioética o la Fundación Alejandro Ángel, Duque siguió adelante como un tractor irreflexivo, acrítico y egocéntrico, mostrando que su interés no radica en la ciencia, sino en el clientelismo, del cual es un destacado representante. Lo más dramático es que pese a estos hechos reales, el gobierno de Duque se auto concibe como uno interesadísimo en la ciencia, lo que lleva a Zubiría a afirmar que “para este gobierno la realidad es una ficción”.

Por Esteban Morales Estrada

Comité de redacción de La Bagatela. Magister en Historia y docente

El gobierno de Iván Duque podría caracterizarse como el de un sordo en una interminable carrera de desaciertos. Su casi inaguantable verborrea, sus pronunciamientos rimbombantes y sus propuestas puramente cosméticas y vacías, son el pan de cada día; esto tenemos que soportar millones de colombianos inconformes con una administración tan incompetente, que parece inverosímil. Como decía en un reciente ensayo Juan Carlos Orrego, refiriéndose al presidente actual, “aunque sea máster de Georgetown University, da la impresión de tener la cultura de un bachiller”[1].

Una de las últimas perlas del gobierno de la economía naranja (otra de sus ridiculeces), tiene que ver con nombrar al polémico Tito Crissien en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Según un interesante artículo de La Silla Vacía, este funcionario sería una cuota política del Partido de la U dentro de la inmensa burocracia del Estado; sin embargo, lo más grave es que “abundan las dudas sobre sus prácticas académicas, pues es acusado de plagio en dos publicaciones diferentes y se han señalado inconsistencias importantes entre su formación académica y algunos estudios en los que ha participado”[2]. Lo anterior es muy importante, porque muestra básicamente que el nuevo ministro es un burócrata nombrado por dudosos méritos en un puesto tan importante para el país.

Pero la gestión del Ministerio como tal, viene siendo cuestionada por la comunidad científica del país. Según parece, desde la transformación de Colciencias en el Minciencias (una supuesta mejora), no ha habido resultados apreciables, ya que “más allá de un aumento en la burocracia y torpeza en la gestión, los logros de Minciencias en el año y medio que lleva existiendo no han sido visibles”. Adicionalmente, a la desconexión del inepto presidente con el país rural y sus problemas sociales, con las protestas recientes y con las clases medias trabajadoras, se suma la ruptura con la comunidad científica.

La gestión de Crissien sigue la tendencia de los cambios puramente cosméticos y superficiales del Gobierno Nacional. Todo se reduce a un “cambio de letrero, con un agravante. Prima un criterio de ajedrez político antes que las cualidades de los posibles aspirantes a ministros”[3], como acertadamente dice Lisbeth Fog. Es decir, se continúa con las prácticas clientelistas de siempre, pero usando una retórica puramente ilusoria de importancia de la innovación y el conocimiento, cuando este es un factor secundario dentro de los mezquinos intereses de Duque.

A los múltiples opositores al actual gobierno, se suma ahora la comunidad científica, que fue convocada a una mediática “Misión Internacional de Sabios” en 2019, pero desde la Casa de Nariño no se ha acatado ninguna de sus recomendaciones, por lo que Diego Alejandro Torres propone invitar comedidamente a dicha comunidad a centrar “su mirada en las próximas elecciones y empezar a tener verdaderos representantes de los intereses científicos dentro del congreso y el mismo ejecutivo”[4].

En últimas, este gobierno muestra una vez más su desinterés en la educación y la ciencia, lo que se manifiesta en la eterna dicotomía presente en Duque, y que tiene que ver con su manía de separar la realidad de sus discursos. Se habla de innovación, de competitividad, de tecnología, pero no de inversión, de recursos ni de apoyo. Lo anterior, lleva a Julián de Zubiría a afirmar que “tristemente, la educación y ciencia han respondido a intereses electorales y partidistas”. Lo que importa no es elegir al más apto científico como centro de una política seria de ciencia en el país, sino atornillar a un dudoso “investigador de papel”. Por lo anterior, cobra sentido la frase que afirma que este gobierno “no cree en la ciencia, ni en la educación”[5]. Eso es lo que dicen los hechos, pese a los metafóricos discursos.

A todo lo anterior, se suma el hecho deplorable de que este gobierno es profundamente sordo frente a los mensajes de la ciudadanía movilizada, los sectores trabajadores y ahora la comunidad científica, y ve en todo proceso de oposición una alianza internacional comunista que quiere derrocar la democracia idílica en que vivimos, contribuyendo a consolidar un enorme y distractor telón que oculta un proyecto neofascista. Pese a la oposición de parte de la Academia Colombiana de Ciencias, la Asociación para el Avance de la Ciencia, el Consejo Nacional de Bioética o la Fundación Alejandro Ángel, Duque siguió adelante como un tractor irreflexivo, acrítico y egocéntrico, mostrando que su interés no radica en la ciencia, sino en el clientelismo, del cual es un destacado representante. Lo más dramático es que pese a estos hechos reales, el gobierno de Duque se auto concibe como uno interesadísimo en la ciencia, lo que lleva a Zubiría a afirmar que “para este gobierno la realidad es una ficción”.

Finalmente, Duque parece no observar las necesidades del país que trata torpemente de gobernar. No comprende que el desarrollo nacional tiene un componente fundamental en la inversión real en ciencia y en educación. No parece entender que no se trata de crear ministerios o nombres, sino de hacerlos operativos. No asimila el concepto de meritocracia, sino solo los de palanca y atajo político. No le interesa defender los intereses de la comunidad científica colombiana y respaldarla de manera amplia, sino su nefasto proyecto político.

Notas

Notas:

[1]Juan Carlos Orrego, “Cábalas palaciegas”, Universo Centro, 2021. En: https://universocentro.com.co/2021/06/18/cabalas-palaciegas/

[2] Isabella Mejía Michelsen, “El nuevo ministro profundiza la ruptura entre los científicos y el ministerio”, La  Silla Vacía, 2021.

En: https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/el-nuevo-mincienc…

[3] Lisbeth Fog, “¿Qué le espera a la ciencia en Colombia con el nuevo ministro?”, El Espectador, 2021.

En: https://www.elespectador.com/ciencia/que-le-espera-a-la-ciencia-en-colo…

[4] Diego Torres, “De ministros, publicaciones y otros demonios”, UN Periódico, 2021.

En: https://unperiodico.unal.edu.co/pages/detail/de-ministerios-publicacion…

[5] Julián de Zubiría, “Un gobierno que no cree en la ciencia”, El Espectador, 2021.

En:  https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julian-de-zubiria-samp…

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