Nueva bibliografía sobre el octubre rojo del siglo xx

En el centenario de la Revolución Rusa de 1917

Nueva bibliografía sobre el octubre rojo del siglo xx

Como parte de la conmemoración del centenario de la Revolución Rusa de 1917, el Partido del Trabajo de Colombia realizará una serie de actividades que incluyen conferencias, cine foros y exposiciones. El pasado lunes 13 se realizó la conferencia “Raúl Eduardo Mahecha”, uno de los más importantes líderes obreros y antiimperialista en la lucha de los trabajadores y fundador de la USO a cargo de Carlos Nicolás Hernández Camacho, filósofo e historiador, el lunes 27 de marzo, el coloquio “Papel de las mujeres en las luchas revolucionarias de los años 20 en Colombia”, a cargo de María Tila Uribe, autora del libro: Los años escondidos María Tila Uribe, . El 17 de abril la presentación del documental, Eisenstein: la vida es espectáculo.

Alexis Medina

Historiador Universidad Nacional

En el marco del centenario de la Revolución Rusa ocurrida el 7 de noviembre de 1917, de acuerdo con el calendario gregoriano que nos rige1, se editarán clásicas y nuevas obras sobre los decisivos años de la Gran Guerra y el ascenso bolchevique al poder. Conviene señalar que este aspecto, positivo por cuanto contribuye al debate de las ideas revolucionarias y el marxismo, debe ser leído con suma atención para considerar los factores políticos e ideológicos que orientan la interpretación de este acontecimiento de gran significación histórica. Aun cuando no se hará un exhaustivo balance bibliográfico, a continuación se hará mención de aquellas obras que se editarán este 2017.

Los trabajos que circularán durante este año se pueden agrupar en tres tipos. De una parte, encontramos aquellos trabajos historiográficos que reconstruyen el contexto a partir de acontecimientos, problemas específicos –papel del campesinado y la tierra, transformaciones mundiales durante la Gran Guerra, etc.–,2 o grandes relatos sobre la Revolución Rusa y el siglo XX3, de otra, existen publicaciones que podríamos denominar de época y que están constituidas por crónicas, memorias y documentación epistolar escrita por personajes que vivieron las transformaciones de 1917. Por último, ubicamos una producción bibliográfica elaborada por quienes ejercieron roles diplomáticos y funciones estatales en el marco de la Guerra Fría, cuya característica principal es la rica documentación de archivo leída bajo un prisma ideológico4.

La traducción para el mundo hispano del texto de Catherine Merridale, El tren de Lenin. Los orígenes de la revolución rusa (2017), constituye un aporte valioso que reconstruye la ruta que emprendió Vladímir Ilich Uliánov desde Zúrich hasta la estación de Finlandia en Petrogrado
–hoy San Petersburgo– en abril de 1917, y cuyo retorno “fue un viaje que cambió el mundo” (19). La revolución rusa, para entonces, había agotado su etapa democrático-burguesa una vez ocurridos los hechos de febrero-marzo que pusieron fin a la dinastía de los Romanov.

A través de documentos que reposan en museos ferroviarios, Merridale logra reconstruir las rutas realmente existentes, dado que “(...) la mayoría de los expertos lo envían [a Lenin] al norte, por una línea ferroviaria que ni siquiera estaba construida en 1917” (23). La autora ubica el recorrido en un contexto que le permite presentar el periodo 1916-1917, que se caracterizó por tener el invierno más fuerte desde el inicio de la guerra y extender la penuria de los obreros para la consecución de productos básicos. El efecto: un rechazo general hacia Nicolás II y la emperatriz, así como la participación rusa en la Triple Entente, con el consecuente aumento de las protestas que transitaban de las reivindicaciones económicas a las políticas.

La debilidad del régimen zarista devino como producto de una parálisis institucional, ocasionada por rumores de conspiración interna y una carencia de servicios secretos unificados. Al rechazo popular se sumó la división de las élites entre un pequeño grupo cortesano en el poder y una gran mayoría de burgueses y terratenientes que se le oponían a través de una línea política que fluctuaba entre el radicalismo y la reacción.

La relación entre Lenin y los alemanes, dada las características del retorno del exilio, es un problema que de manera transversal atraviesa el texto de Merridale. Ante la incapacidad de infiltrar el oriente europeo tras su expulsión diplomática y cerrar vías al comercio, alentar descontentos sociales a nivel nacional fue la estrategia germana desplegada.

En regla, Lenin siempre buscó deslindar campos: aunque se benefició del interés alemán por desestabilizar al régimen ruso y, en consecuencia, alejarlo como un actor de la Gran Guerra, siempre denunció su rol imperialista y lo poco benéfico que resultaba para éstos una revolución de carácter proletaria y campesina que podría extenderse por toda Europa. El viaje emprendido en aquel tren sellado era una especie de “gana-gana”: neutralizar a Rusia, antes que la viabilidad o no del régimen propuesto por Lenin, era el objetivo de los alemanes, algo que éste supo capitalizar a su favor para retornar del exilio y convertir el bolchevismo en una alternativa para la toma revolucionaria del poder político.

Otro de los trabajos que se editarán será el de Julián Casanova, La venganza de los siervos. Rusia 1917 (2017). A comienzos del siglo XX, la Rusia zarista era mayoritariamente campesina, una sociedad tradicional que carecía de una poderosa burguesía con amplias capas medias que permitieran el desarrollo de un régimen democrático liberal y en la que, sin embargo, el poder autocrático y terrateniente se encontraba debilitado como producto de la incapacidad para gobernar extensos territorios y diversidades nacionales, así como por efecto de las migraciones del campo a la ciudad producto de la expansión industrial que, mediante capital extranjero, amplió el sector minero, textil y metalúrgico. Para este historiador, la crisis revolucionaria se desató ante la incapacidad de los Romanov para enfrentar una situación internacional que contaba con potencias económicas y militarmente más fuertes.

Aun cuando no se conoce nueva reedición para este año, una obra considerada de época y clásica es la del periodista John Reed, Diez días que estremecieron al mundo. Sin duda, un libro de recomendada lectura por su valor. En las librerías, no obstante, se podrá encontrar las Cartas desde la revolución bolchevique, un texto que reproduce las comunicaciones escritas por el entonces diplomático Jacques Sadoul, quien transmitió al gobierno francés el acontecer en las calles y el desenvolvimiento de los hechos que llevaron a Lenin al poder. Este trabajo tiene el componente vivencial y directo, constituyendo un baluarte documental que permite analizar las contingencias que hubieron de resolver Lenin y el pueblo ruso.

Por último, un particular tipo de obras se caracteriza por su riqueza documental aunque leída con un enfoque propio de la Guerra Fría. Miembro del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Ronald Reagan y catedrático de la Universidad de Harvard, Richard Pipes publicó inicialmente en 1992 una de las obras más extensas sobre la revolución rusa, lo que se sumó a un amplio número de publicaciones realizadas que le permitieron ser considerado un especialista en cuanto tiene que ver con la Unión Soviética.

La reedición de su obra La Revolución Rusa, al igual que Breve historia de la revolución rusa de Mira Milosevic-Juaristi, hace parte de los trabajos que consideran el triunfo bolchevique en noviembre de 1917 un golpe de Estado sobre el gobierno provisional antes que un cambio de régimen político, cuyo desenlace fue la imposición de un régimen de terror basado en el partido único. Para este enfoque, las transformaciones de fondo se produjeron una vez sustituido Nicolás II en febrero-marzo de ese mismo año. No es de extrañar, en consecuencia, que las conclusiones conservadoras de Pipes le permitan afirmar que “la Revolución Rusa fue uno de los sucesos más trágicos del siglo XX”5.

Aunque sería injusto clasificarla bajo el mismo enfoque de Pipes, el trabajo clásico de Edward Hallett Carr, diplomático y periodista británico, constituye una referencia importante. De los catorce volúmenes dedicados al estudio de la Rusia soviética, tres de estos se concentraron en el periodo revolucionario y el papel de Lenin. Esta extensa obra se sumó a una amplia bibliografía producida posteriormente sobre la etapa pre y pos revolucionaria que, si bien no tiene un enfoque marxista, contiene mayores matices que le permiten afirmar, para cerrar, que “(...) Lenin, con toda su fama de dirigente revolucionario, fue un creador más que un destructor [que] sobresalió de entre sus contemporáneos por la constancia y devoción de su entrega a la causa, por la claridad y energía de sus ideas y por su jefatura práctica en momentos críticos”6.

Notas

1   Para claridad del lector: hasta el 31 de enero de 1918, Rusia siguió el calendario juliano, el cual contaba con trece días de retraso en comparación con el calendario gregoriano que se usaba en Europa occidental. El gobierno bolchevique, una vez en el poder, modificó el calendario adaptándose al gregoriano que rige hasta nuestros días. En los textos de Lenin y gran parte de los trabajos publicados sobre la revolución bolchevique, se usan las fechas del calendario juliano de aquel entonces.

2   Un tipo de trabajo historiográfico específico es, de igual manera, la biografía. Aunque su orientación es trotskista y gran parte de sus trabajos sobre la Rusia soviética estuvieron dedicados a él, recomendamos a quien interese la biografía escrita por Isaac Deutscher: La vida de Lenin. Desconocemos si la misma se encuentra en proceso de reedición.

3   El mejor ejemplo de este enfoque es el trabajo del historiador marxista Josep Fontana: El siglo de la revolución. Una historia del mundo de 1914 a 2017, (2017). Este libro se suma a los realizados por el marxista británico Eric Hobsbawm (1917-2012) quien realizó interpretaciones sobre el siglo XX haciendo una periodización que consideró la Revolución Rusa como el punto fundante del denominado corto siglo XX que finalizaría una vez llegada a su fin la Guerra Fría.

4   Capítulo aparte merecerían aquellas obras de tipo literario, entiéndase novelas y demás, que bajo la delgada línea que separa la realidad histórica de la ficción se han escrito sobre el periodo revolucionario. Una de la más importante es la de Alexandr Solzhenitsin: Lenin en Zúrich (1975). Sin embargo, hasta el momento, no se conoce una reedición realizada o en proceso en lengua castellana.

5   El País. “Richard Pipes: “No hubo nada positivo ni grandioso en la Revolución Rusa”. Enero 27 de 2017. Aunque importante desde el punto de vista histórico y rico en documentación que es necesario conocer, igual conclusión de orden político e ideológico se desprende del sugestivo título del libro de Orlando Figes: La Revolución Rusa: la tragedia de un pueblo (1891-1924).

6   Carr, E. H. Lenin: el constructor. En: Carr, E. H. Estudios sobre la revolución. Madrid: Alianza Editorial, 1970. P, 134-135.

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