Elecciones municipales Francia. La izquierda resurge en Francia con una ola rojiverde en las grandes ciudades

La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, celebra su victoria en coalición con los verdes. EFE/EPA/Julien De Rosa.

Candidaturas ecologistas y progresistas conquistan los principales ayuntamientos del país vecino en unos comicios marcados por una abstención récord. El partido de Macron sufre un duro revés y no dirigirá ninguna localidad de más de 100.000 habitantes.

Por Enric Bonet 

Tomado de Público. @EnricQuart

La marea rojiverde rompió este domingo las murallas de las grandes ciudades francesas. Candidaturas ecologistas y progresistas irrumpieron con fuerza en la segunda vuelta de les municipales en Francia. Celebrados tres meses después de la primera vuelta, tras haber sido aplazados a causa del coronavirus, estos comicios también se vieron marcados por una abstención muy elevada (del 59%) y una debacle del partido del presidente Emmanuel Macron. La República en Marcha (LREM) no dirigirá ninguna de las ciudades de más de 100.000 habitantes, un hecho inédito para una formación presidencial en la historia de la Quinta República.

Lyon, Burdeos, Estrasburgo, Tours, Besançon, Poitiers... Es larga la lista de localidades que escogieron un alcalde ecologista. Toda una novedad en el paisaje municipal francés. Hasta ahora Grenoble había sido la única ciudad de más de 100.000 habitantes con un alcalde de Europa Ecología Los Verdes (EELV). "Una ola verde está emergiendo en Francia", presumía Eva Sas, portavoz nacional de EELV, en el plató de la cadena France 2 durante la noche electoral. "Muchos electores han comprendido que ha sido a causa de la actividad depredadora del hombre que se ha producido la crisis del coronavirus", sostiene Abdelkarim Ramdane, concejal ecologista a Estrasburgo, en declaraciones a Público.

"Nada se hará contra las lionesas ni los lioneses, sino juntos, vivimos un momento histórico", aseguró Grégory Doucet, nuevo alcalde de Lyon. Doucet, de 46 años, exdirigente de oenegés, nunca antes había ocupado un cargo electo y era todo un desconocido en Francia hace seis meses. Su elección al frente de la tercera ciudad más poblada del país simboliza la regeneración, y cierta feminización, que supuso el éxito de estas listas rojiverdes. La nueva alcaldesa de Poitiers, la ecologista Léonore Moncond’huy, solo tiene 30 años. Y en Estrasburgo también se impuso la verde Jeanne Barseghian, de 39 años.

"Lyon es una ciudad muy contaminada y que sufre importantes olas de calor cada verano. Su modelo business friendly quizás funcionaba a finales del siglo XX, pero ahora ha quedado anticuado. Sus habitantes desean una ciudad donde se viva y se respire mejor", explicaba a este diario Ninon Guinel, directora de campaña de los verdes en Lyon, donde ganaron de forma holgada con el 53% de los sufragios. Este triunfo del ecologismo también representa el final del reinado municipal del exsocialista Gérard Collomb, padrino político de Macron y que deseaba convertir esta localidad en la cuna del macronismo.

"Habéis elegido la esperanza"

Además de una noche triunfante para los verdes, la de este domingo también fue dulce para el resto de fuerzas de izquierdas. La alcaldesa Anne Hidalgo confirmó los pronósticos y se impuso con claridad en la capital francesa. Su coalición ecosocialista París en Común logró cerca del 50% de los votos, por delante de la conservadora Rachida Dati (32%) y la macronista Agnès Buzyn, que obtuvo un pobre 13,7% en una ciudad que había sido un feudo para el partido del joven presidente en las anteriores elecciones europeas y presidenciales.

"Habéis elegido la esperanza, la unión, un París que respira, más agradable para vivir, más solidario y que no deja a nadie de lado", declaró la alcaldesa parisina, de 61 años, hija de emigrantes andaluces. Tras un primer mandato agitado, en el que recibió numerosas críticas por la suciedad y la inseguridad, el contundente triunfo de Hidalgo refleja el éxito de su OPA verde. La socialista ya había impulsado ambiciosas medidas contra la contaminación, pero esta transformación de la capital se vio acelerada ahora con el desconfinamiento. Por ejemplo, con la construcción de 50 quilómetros de carriles para bicicletas y la prohibición de la circulación de vehículos en zonas emblemáticas como la calle Rivoli y el canal de Saint-Martin.

Tras sufrir un fuerte declive electoral a raíz del nefasto mandato de François Hollande, el Partido Socialista (PS) volvió a sonreír en las urnas. Además de París, esta histórica formación conservó otros bastiones locales, como Nantes, Rennes o Lille. También conquistó las alcaldías de Montpellier y Metz. En cambio, la otra cara de la moneda en la izquierda fueron los pobres resultados de los comunistas. La pérdida de la histórica alcaldía de Saint-Denis evidenció este declive del PCF en la periferia parisina, antaño conocida como el "cinturón rojo".

El riesgo de encerrarse en las grandes ciudades

Sin embargo, una de las noticias más destacadas de la contienda se produjo en Marsella. La coalición rojiverde Primavera Marsellesa fue la lista más votada en la segunda ciudad del país, donde ha gobernado la derecha desde 1995. El éxito en Marsella refleja que los buenos resultados de la izquierda no se pueden atribuir solo a los verdes. Su carismática candidata Michèle Rubirola, de 63 años, una médica nieta de inmigrantes catalanes y napolitanos, es una militante ecologista, pero ya no formaba parte de EELV, que presentó otro candidato oficialista en la primera vuelta. En cambio, ella compuso una coalición con militantes de la Francia Insumisa de Mélenchon, los socialistas y movimientos sociales locales.

De hecho, una de las claves de los buenos resultados de las fuerzas progresistas ha sido su capacidad para unirse localmente, mientras que su división impera a nivel nacional. Los verdes lograron victorias simbólicas, pero nunca las consiguieron presentándose solos, sin el apoyo de otros. "Aunque ganen en algunos grandes ayuntamientos, continúan teniendo muchas menos alcaldías que los socialistas", recuerda Rémi Lefebvre, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Lille-2. Las izquierdas dirigirán hasta ocho de las diez metrópolis con más habitantes.

Según este experto en la socialdemocracia, "existe el riesgo de que la izquierda se encierre en las grandes metrópolis", habitadas por las clases medias y superiores y deje de lado a las clases trabajadoras, mucho más presentes en las "banlieues" y las zonas periurbanas y rurales. "La izquierda francesa se equivocaría al creer que por haber ganado en las grandes ciudades ya ha resuelto todos sus problemas. Si solo se concentra en el electorado urbano y muy diplomado, difícilmente podrá ganar las presidenciales de 2022", defiende Lefebvre.

"Es importante ganar en estas grandes ciudades, pero hace falta una alianza con otros sectores sociales", explica Fabien Escalona, periodista en el digital Mediapart. Según este analista político, "hace falta encontrar la metodología para sobrepasar las lógicas de los aparatos de partidos" y así evitar que la izquierda se presente dividida en las próximas presidenciales. Sin embargo, las tendencias actuales invitan a pensar que tanto los verdes como la Francia Insumisa presentarán sus respectivos candidatos en 2022. Lo que dificultaría las posibilidades de cualquiera de ambos de acceder a la segunda vuelta. Y, según los sondeos, deberían conformarse a asistir impotentes a otra segunda vuelta entre Macron y Le Pen.

Debacle para el partido de Macron

Más que un giro de Francia hacia la izquierda, los resultados de este domingo demuestran que las fuerzas progresistas no están muertas y resisten en los centros urbanos. De hecho, Los Republicanos (derecha) continúan siendo la formación con más alcaldías, sobre todo en localidades pequeñas y medianas. Tras haber arrasado en las anteriores municipales en 2014, los socios franceses del PP lograron frenar el fuerte declive experimentado en los últimos años.

En cambio, se confirmó la escasa implantación municipal de la extrema derecha. El partido de Marine Le Pen solo gobernará en un puñado de ciudades. Unos flojos resultados que se vieron compensados por su victoria en Perpiñán, la segunda localidad de más de 100.000 habitantes que dirige la extrema derecha, tras haber ganado en Toulon en 1995.

No obstante, el gran perdedor de la noche fue el partido de Macron. Los candidatos de LREM pincharon en los centros metropolitanos, donde la formación presidencial había obtenido sus mejores resultados en las europeas y presidenciales de 2017. Después del fracaso que supuso la primera vuelta, en la segunda se confirmó la escasa implantación local de la formación presidencial, creada en 2016. Esta debacle del macronismo quedó matizada por la victoria del primer ministro Édouard Philippe en Le Havre, donde se presentaba con la etiqueta de independiente. Con el 59% de los sufragios, el triunfo de Philippe fue más cómodo de lo previsto y esto dificulta que Macron pueda destituirle, una posibilidad rumoreada en los últimos meses.

Macron y Philippe se reúnen este lunes para analizar el futuro de su gobierno. El joven presidente también recibirá a una delegación de los integrantes de la Convención ciudadana por el clima, una asamblea de ciudadanos escogidos por sorteo que desde el pasado otoño elaboraron una batería de medidas para confrontarse a la urgencia climática. Durante la primera quincena de julio, Macron anunciará una remodelación del ejecutivo y las directrices que marcarán el final de su mandato. Unos anuncios con los que espera recuperar la iniciativa política y hacer olvidar unas elecciones que han resultado una piedra en el zapato.

Para borrarlas del mapa, el dirigente centrista contará con la ayuda de la fuerte abstención. Solo el 41% de los franceses se desplazaron a las urnas, en uno de los niveles de participación más bajos en la historia de la Quinta República. "La segunda vuelta de las municipales se ha visto completamente eclipsada por la crisis sanitaria y los candidatos prácticamente no hicieron campaña", reconocía Adrien Dufour, de 34 años, empleado en el sector turístico, tras haber votado en la escuela Recollets. En este colegio al este de París, la votación se celebró bajo unas estrictas medidas de distanciación, como el uso de mascarillas obligatorias y la instalación de mamparas de plástico entre los votantes y los responsables de la mesa.

Además de la pandemia, la baja participación también refleja la crisis de la representación en Francia. Un sistema en recomposición, tras el declive del bipartidismo en 2017, en que la ecología social intenta erigirse como gran alternativa.

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