Colombia siente el cambio

Edición #90

La transformación en las relaciones sociales y económicas en el campo, son el punto de partida del cambio en Colombia y merece todo el respaldo de la sociedad. Hoy existen condiciones que no se habían dado nunca y no se pueden despreciar ¡Vamos por el cambio!

Por Alberto Herrera

Director de La Bagatela

La lucha por la tierra en Colombia desde la creación de la república ha sido una constante. La actual posesión de la tierra es inequitativa y desigual, grandes extensiones se concentran en pocas manos y millones de familias no poseen un metro cuadrado, hecho que atenta contra el desarrollo de la producción agropecuaria y que crea unas relaciones sociales de vasallaje y pobreza entre los poseedores, los terratenientes y los campesinos sin tierra, propias de la época precapitalista. Con la violencia y el despojo ha crecido esa desigualdad en el campo produciendo una forzada y masiva migración de familias campesinas a los centros poblados que, sin posibilidades de trabajo, engrosan las filas de la informalidad.

Colombia respira un nuevo aire, todos lo sentimos y la mayoría lo aprobamos. Las enmiendas al régimen tocan viejas disputas, toda la sociedad se remece, y se fortalece un gran núcleo que hoy ejercen autoridad. La nueva forma de gobernar genera un acercamiento, un punto de encuentro entre distintas capas de la sociedad que parecían irreconciliables. Hay un viento de equidad y se destacan tres hechos que marcan una alteración en las relaciones tradicionales entre clases sociales:

  1. La recién aprobada reforma tributaria donde todos, por primera vez, reconocen la desigualdad social imperante, y así sea a regañadientes, se logra que sectores pudientes pierdan beneficios extras y contribuyan a reducirla.
  2. La ley de Paz Total que será la guía para alcanzar una Colombia integral, sin exclusiones, donde primará el diálogo y la democracia para todos.
  3. El otro hecho es el acuerdo firmado entre el gobierno nacional y Fedegan que, por encima de su valor económico, es un esfuerzo de reconciliación, entendimiento y paz. Es la respuesta de un gremio del campo colombiano para contribuir en la solución de una de las mayores trabas en el desarrollo social y productivo.

Acuerdan entregar tierra

El acuerdo registra la existencia de un régimen de propietarios con tierras subexplotadas o simplemente ociosas que se lucran de la especulación de los precios, de la baja tributación y del uso de la violencia para mantenerlas e incluso ampliar sus linderos. Los ganaderos, al firmar aceptan que el hato ganadero actual se puede tener en el 60% de la tierra que poseen adoptando nuevas formas de producción más avanzadas y rentables. Su disposición a vender es un reconocimiento a la precariedad que padecen millones de campesinos sin tierra, obligados a ser jornaleros mal pagos y mal tratados.

Además, la mala distribución de la propiedad de la tierra es el factor principal de la cada vez menor producción agraria, la carestía en el precio de los alimentos, la masiva importación de granos que constituye un desangre en las finanzas de los colombianos. La seguridad alimentaria en Colombia se reemplaza con el hambre de más del 40% de la población, índice que ha crecido en los últimos años.

La entrega de tierra a los campesinos desposeídos es un proceso que con este acuerdo y otras decisiones gubernamentales ya arrancó. Se dará por partes, el acuerdo contempla la venta de 3 millones de hectáreas y según la ministra Cecilia López el cálculo es que se compren 500.000 hectáreas por año.

Las críticas al acuerdo vienen de posiciones extremas. Unos dicen que no existen fondos para comprar esa tierra, a lo que el gobierno ha respondido que existen distintas formas de negociar que serán utilizadas incluyendo: la financiación, los bonos de Estado, los recursos propios y la colaboración extranjera. Otros consideran que los ganaderos no venderán, que el acuerdo es una falacia, lo ven como factor de distracción, así como hay quienes opinan que siendo los ganaderos un sector siempre favorecido por el Estado no se les debe comprar, sino expropiar. Los cálculos para alcanzar la construcción de un país nuevo con mayor desarrollo y equidad social y, la prudencia exhibida por el gobierno de Petro, hacen posible cumplir esos sueños.

La transformación en las relaciones sociales y económicas en el campo, son el punto de partida del cambio en Colombia y merece todo el respaldo de la sociedad. Hoy existen condiciones que no se habían dado nunca y no se pueden despreciar ¡Vamos por el cambio!

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