Cumplí con mi deber

Edición #85

Creo que también cumplí con mi deber cuando desde muy joven decidí militar en el PTC, todo lo que soy y lo que hecho se lo debo a esa corriente política que me abrigó, me formó, me reconoció, me criticó y me facilitó cumplir con el propósito de servir a los intereses del pueblo.

Por Yezid García Abello

Secretario General (e) del PTC

Buenas noches a todos y a todas.

Quiero agradecer la presencia en este recinto de dirigentes, congresistas, diputados, concejales y ediles de las diferentes fuerzas alternativas que gentilmente nos acompañan esta noche.

Gracias a mis compañeros y maestros del movimiento sindical colombiano, a sus centrales, federaciones y organizaciones de los trabajadores.

A los dirigentes y activistas de diversas organizaciones sociales que asisten a este evento o lo siguen por las redes sociales. A mis compañeras del colectivo femenino Marisol Lozano Uribe, MALU, y a los y las jóvenes de la Juventud Patriótica.

Gracias también a mis amigos que no participan activamente en política, pero me han brindado su respaldo, su amistad, su cariño. Y a esa representación de mi familia que siempre me ha acompañado y está hoy presente.

Gracias a los dirigentes, militantes y amigos del PTC, este núcleo que fundara hace ya muchos años mi jefe político Francisco Mosquera, y al cual, hoy, en la compañía de Marcelo Torres, tengo el inmenso honor de dirigir.

Les confieso que estoy profundamente emocionado con su compañía y, aunque en principio me opuse a la realización de este evento, hoy lo veo como la grata oportunidad de reencontrarme con centenares de caras amigas con las cuales, físicamente, estuvimos separados por la pandemia y mis quebrantos de salud.

Siguiendo el ejemplo del gran cantante de México, Pedro Vargas, podría decir para terminar mis palabras: muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido. Pero la responsabilidad de tratar de orientar a sectores democráticos, de guiar la nave a puerto seguro, de interpretar este sin igual momento que vive Colombia y su pueblo, de transmitir experiencias a la muchachada que nos relevará, me obligan a compartir brevemente algunas pocas reflexiones.

 

La primera es esta: no entendía inicialmente porqué hacer un reconocimiento a una persona que desde joven no ha hecho otra labor distinta que cumplir con su deber. Cumplí con mi deber cuando siendo casi un niño me indignaba la desigualdad económica y social, no aceptaba un poder supremo que dividiera el mundo entre ricos y pobres, entre privilegiados y desposeídos, entre gente que sólo tiene su trabajo y gente que vive de ese trabajo ajeno. Nunca entendí la genuflexión nacional ante imperios que saqueaban el trabajo nacional y los recursos naturales para su beneficio. Por ello me rebelé, decidí que mi deber era situarme al lado del pueblo y de la Nación y dedicar mí vida, en tanto pudiera, a esa justa lucha social. Creo, modestia aparte, que he cumplido con este propósito desde las diferentes trincheras que el destino me puso enfrente: dirigente estudiantil, activista y formador sindical, cuadro de pies descalzos, concejal de Bogotá y, ahora, senador de la República. Si los homenajes se le hacen a la gente que cumple con su deber, bienvenido este homenaje.

La segunda reflexión corresponde a la situación especial que vive Colombia. Tiene el peor presidente de su historia, un sectario e irresponsable chisgarabís que ha acabado con lo poco que quedaba en pie en este país, representante genuino de ese proyecto político de tinte fascista y antidemocrático que aspira a perpetuarse en el poder y seguir causando dolor infinito al pueblo, daño irreparable a la producción criolla y vergüenza al hincar sin pudor la rodilla ante el Imperio y la derecha internacional.

Pero, al tiempo, paralelamente, por primera vez en más de 200 años de vida republicana, existe la posibilidad real de elegir un gobierno alternativo, democrático, que desarrolle a Colombia e inicie las transformaciones económicas, sociales y políticas por las cuales clama la ciudadanía. La condición para facilitar tan trascendental objetivo es muy sencilla: trazar la línea divisoria entre el uribismo y la democracia, discutir las diferencias, hacer acuerdos y lograr la unidad de los candidatos y fuerzas alternativas, ojalá desde la primera vuelta, para ganar y dejar sin capacidad de maniobra al uribismo que tratará de recurrir a la propaganda oscura, el fraude, la violencia o el golpe de estado para no entregar el poder.

Y la tercera reflexión es la necesidad de participar en política, en las organizaciones sociales, en los partidos. Cada vez que los neoliberales dicen que la política es irremediablemente corrupta ocultan la intención de que la juventud, los trabajadores, las mujeres y las minorías étnicas no hagan política, no definan con su participación su propio destino. La organización es una herramienta indispensable y facilitadora de la lucha social, soslaya las debilidades y realza la fortaleza de los protagonistas.

Creo que también cumplí con mi deber cuando desde muy joven decidí militar en el PTC, todo lo que soy y lo que hecho se lo debo a esa corriente política que me abrigó, me formó, me reconoció, me criticó y me facilitó cumplir con el propósito de servir a los intereses del pueblo.

De nuevo, mil gracias a todos y a todas.

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