El 21N no se detiene

Por Alberto Herrera

Director La Bagatela

Colombia estaba a la expectativa, llegaba la hora 0 del 21N y existían dos percepciones de lo que sería la jornada de paro de un día que, citada por el Comité Nacional de Paro (CNP) compuesto por las centrales obreras, organizaciones estudiantiles y otras agremiaciones populares, el país estaba en vilo. El gobierno nacional, una vez pasadas las elecciones territoriales cuando recibió una alerta roja por su desprestigio, argumentaba que no había motivos de descontento, sentimiento contrario al vivido entre las masas de trabajadores, de jóvenes y de la población que sentían en carne propia cómo con Duque su situación se deterioraba día a día.

La respuesta al acertijo se dio ese día en las calles. Se calcula que en más del 50% de los municipios del país las movilizaciones sobrepasaron los cálculos más optimistas de participación popular. La necesidad de impedir nuevas medidas que menoscaben aún más las condiciones laborales y sociales de la población llevó a sectores mayoritarios a expresarlo públicamente. El 21N se constituyó en la más fuerte demostración de consecuencia y claridad por parte de los colombianos y alcanzó la mayor dimensión de la protesta ciudadana en los últimos 60 años. Nada detuvo a los manifestantes, ni el mal tiempo con intensas lluvias, ni las provocaciones de agentes policiales encubiertos, ni la arremetida con gases a la plaza de Bolívar en Bogotá cuando estaba abarrotada de manifestantes.

La fuerza de la protesta sorprendió especialmente al gobierno quien trató de aplacarla desde su inicio. Esa misma noche la policía desató una agresión violenta contra las marchas provenientes de los cuatro puntos cardinales de la capital, y los manifestantes que protestaban en calma tuvieron que replegarse contra su voluntad a las viviendas, lo que fue aprovechado por elementos extraños a la protesta y cometer daños y destrozos en bienes públicos. Contrario a la intención gubernamental de intimidar la protesta y quitarle legitimidad, robusteció la voz de inconformidad y desde los barrios se empezó a oír el ruido de los metales dando origen a los conocidos cacerolazos, que rápidamente se extendieron por todo el territorio nacional.

Intentando liquidar el paro se autorizó a los mandatarios locales a decretar el toque de queda, medida que se adoptó en Bogotá el 22N y que no impidió marchas y cacerolazos hasta altas horas. Fue el 23N cuando en todo el país se escuchó el golpe de cacerolas en múltiples marchas y sitios de concentración. Esa noche más de 5.000 cacerolas se hicieron escuchar en el norte de la ciudad, frente a la vivienda de Duque, sitio que se constituyó en un lugar icónico de la protesta, que la inconformidad no ha dejado de visitar hasta hoy. En la tarde, tras la brutalidad de la represión policial, había caído muerto, producto de un impacto con un arma letal disparada a pocos metros, el joven Dilan Cruz. Internado en el hospital San Ignacio a donde se trasladó la protesta el 24N y a donde llegaron miles de personas que dejaron sus mensajes y ofrendas por la recuperación del joven que debía obtener su grado de bachiller la semana siguiente.

El paro no se detuvo, el 25N la movilización conmemoró el día contra la violencia a las mujeres con una gran marcha que al final se instaló en Bogotá en la plaza de la Hoja hasta altas horas de la noche, acompañada del cacerolazo por edificio, barrio y/o localidad.

En Cali, durante el partido del América, la gente coreaba el estribillo icónico "Uribe, paraco, el pueblo está berraco".

De esgrimir que no había razones para el paro, y de negarse a recibir al comité que lo dirige, el gobierno decide adelantar una “conversación” con todos los sectores sociales. Escuchar sin compromiso para desgastar la protesta. Sin embargo Duque se ve obligado a recibir al CNP el 26N y aunque la reunión duró tres horas y no respondió solicitud alguna, quedó claro que no es lo mismo conversar que negociar, que puede reunirse con la ANDI, pero que ella no está en paro, que solo con una negociación se puede resolver la protesta. El país tomó nota.

Esa noche en reunión del CNP se reafirmó persistir en la movilización ciudadana, ampliar la dirección con nuevas organizaciones que lo han solicitado, se elaboró la programación hasta el 10 de diciembre (ver adjunto) y se ultimaron detalles de la nueva jornada del siguiente día.

El 27N marcó otro punto alto del Paro, y aunque esta reseña se centra en la actividad en Bogotá, ese día en toda Colombia se sintió la protesta. La actividad central fue una marcha que demoró varias horas entrando a la plaza de Bolívar, sumada a múltiples movilizaciones en toda la ciudad, el parque de los hippies recibió a 300 músicos que ofrecieron un espléndido concierto. En la noche se repitieron los cacerolazos por todo el país.

El Paro mantiene una actividad inusitada y una fortaleza que el país siente. El 28N el CNP dio a conocer en rueda de prensa una carta dirigida al presidente Duque solicitándole iniciar “ese diálogo incluyente, democrático y eficaz”. Lo novedoso es que va firmada por el movimiento Defendamos la Paz, los 56 congresistas de la bancada de la Paz, otros sectores sociales y populares, y un importante grupo de personalidades de la vida nacional (http://www.partidodeltrabajodecolombia.org/bagatela/fotosbagatela62/Carta%20a%20Ivan%20Duque%20-solicitud%20DialogoFirmas.pdf). Esa noche se unieron al CNP entre otras, organizaciones culturales y de artistas, el teatro Ditirambo, grupos de taxistas y camioneros y de trasportes especiales, las madres comunitarias, jóvenes de la universidad de los Andes, Juventud Humana, víctimas que han perdido su vivienda, y de crímenes de Estado, la Casa de la mujer y otras organizaciones de género, el sindicato de mineros y mineros independientes del Chocó, defensores de los páramos, protectores de la Amazonía, 66 pueblos indígenas del Putumayo, comunidad muisca, central Provivienda, distintos medios alternativos, y la cumbre urbana.

Aunque a los medios tradicionales les ha quedado imposible desconocer la fortaleza de la protesta, su información ha intentado mostrar como perjudicial la obstrucción que implica el Paro. “El balón está en la cancha del gobierno” han respondido el CNP, responsabilizando a Duque de las dificultades que se le puedan presentar al ciudadano en sus actividades diarias o en la afectación a la actividad económica. Desde estas líneas les decimos a los colombianos que aún no lo han hecho, que detengan su actividad por un momento, que se sumen al Paro en aras de aproximarse a la solución de las ingentes falencias de los ciudadanos. Nadie es ajeno al Paro.

La siguiente demostración de fuerza del Paro se dio el 4D. En respuesta a la orientación del CNP los colombianos se tomaron de nuevo las calles. La movilización después de 14 días mostró un brío inusitado. La actitud intransigente de Duque logró unir a distintos sectores que en el pasado protestaban aislados. Puntuales a la cita salieron organizadamente los trabajadores arropados en sus banderas y pancartas en unión de la guardia indígena que trasladó un contingente a Bogotá para apoyar y proteger la movilización, todos acompañados de los jóvenes que han puesto una altísima nota en la agitación y consolidación de la protesta. Con ellos marcharon ciudadanos de todos los sectores sociales portando carteles que expresaban su descontento. Aunque el gobierno no acató la solicitud del CNP de no sacar a la calle el ESMAD, este permaneció lejano de las marchas que una vez más mostraron su carácter pacífico. La plaza de Bolívar, negada en un principio por Peñalosa, estuvo colmada hasta las 8 pm por las 10 marchas provenientes de diferentes puntos de la ciudad. En las capitales y municipios el paro se hizo presente. Todo con gran regocijo y firmeza.

Se cumplió la tarea expresó la reunión de balance del CNP, queda pendiente la cita con el gobierno del día siguiente.

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