Edición 81

Editorial: Sopla el viento del pueblo en las velas del Pacto Histórico

Termina 2021 mientras se calienta el ambiente de las presidenciales del próximo año, que entra en su última fase. Ningún otro hecho sobresale de lejos en este convulso cuadro de la política colombiana como la gran distancia con que Gustavo Petro aventaja a todas las otras candidaturas del debate presidencial. En lo que empezó a denominarse el fenómeno o factor Petro, este barre en las encuestas, llena las plazas con multitudes, no tiene rival en las redes sociales y es innegable que el debate público gira en torno a sus planteamientos o denuncias.

A los lectores. Para ustedes, un venturoso 2022

Ante la proliferación de acontecimientos ocurridos y la imposibilidad de abarcar cada uno de ellos, nos hemos centrado en la situación colombiana caracterizada por el acelerado deterioro en el nivel de vida de la población, originado por las decisiones de un gobierno incapaz y mediocre que a su vez recibió una contundente respuesta de la indignación ciudadana, desestimada y desatendida por el Ejecutivo, pero que mostró la real posibilidad de imprimirle un rumbo distinto a la nación.

Una aproximación al año electoral 2022: balance preliminar

I

Colombia ha sido un país tradicionalmente gobernado por la derecha y el continuismo ideológico. Con algunos rasgos distintivos entre gobiernos parecidos, puede decirse que desde el final del Frente Nacional (1958-1974), hasta la llegada de Álvaro Uribe Vélez y sus dos gobiernos (2002-2010), el poder se repartió cíclicamente entre el Partido Liberal y el Conservador, ambos con siglo y medio de historia, y sin un discurso alternativo o novedoso en los social, económico y político.

El Testamento del innombrable

Mientras sectores progresistas y avanzados de todo el mundo celebraban con optimismo el quinto aniversario de los acuerdos de La Habana que permitieron el desarme de las Farc, el finquero del Ubérrimo se lamentaba ante el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, por medio de una carta con contenido repetido y lloricón por la derrota de sus tesis sobre el tema de la paz.

¿Por qué ser un mundo de salarios dignos?

 

 

El esclavo obtiene una cantidad constante y fija de medios para su sustento; el obrero asalariado, no. Este debe intentar conseguir en unos casos la subida de salarios, aunque sólo sea para compensar su baja en otros casos. Si se resignase a acatar la voluntad, los dictados del capitalista, como una ley económica permanente, compartiría toda la miseria del esclavo, sin compartir, en cambio, la seguridad de éste.

Carlos Marx